“Las noticias sobre
sus milagros corrían
por todas partes,
y una enorme cantidad
de personas llegó para verlo”.
Marcos 3:8b NTV
Los Evangelios están llenos de los milagros de Jesús. En donde Él veía una necesidad, la suplía. Su amor y compasión por los hombres fueron manifestados a través de los milagros, lo imposible se volvió posible. No pretendía hacerse famoso, en más de una ocasión le pidió a la gente que no divulgara el milagro; pero los milagros son evidentes, además producen una sensación de felicidad y agrade- cimiento en las personas que lo viven, que es imposible que la gente no lo note. Lo que Jesús quiere es ayudar, interviene en favor de los humanos para fortalecer su fe y hacerles un bien.
Encontré un escrito con una lista de los 36 milagros de Jesús registrados en la Biblia, pero definitivamente no son todos los que hizo, de hecho, Él sigue haciendo milagros hoy en día.
Los milagros de Jesús no solo fueron sanidades físicas, alimentó con pequeñas porciones a multitudes, restauró una oreja en el cuerpo, liberó a los endemoniados, resucitó a los muertos. La naturaleza se sometió a Jesús, sacó una moneda de la boca de un pez, secó una higuera, hizo posible la pesca milagrosa, calmó la tormenta, caminó sobre el mar, transformó el agua en vino. Todos estos milagros los discípulos los narraron en los Evangelios.
Si nos pusiéramos a analizar cada uno de los milagros de Jesús nos daríamos cuenta de que son más que soluciones sobrenaturales a problemas temporales, son manifestaciones de su amor, misericordia y poder. Cuando Jesús sanaba a las personas, no intentaba sólo cambiar su situación física sino restaurar su vida espiritual, les perdonaba sus pecados. La Biblia nos dice que Dios creó al hombre para estar con él, para que fuera feliz, que la enfermedad, la necesidad y la muerte fueron consecuencia del pecado. Jesús vino a redimir lo que estaba mal y a sanar a un mundo descompuesto. Sus milagros no solo prueban que tiene poder sino quién es y lo que quiere hacer. ¿Por qué no ocurren tantos milagros en la actualidad?
Pareciera que las señales y maravillas que hizo Jesús en el pasado, son menos frecuentes o de- mostrables en la actualidad, pero en realidades somos nosotros los que no vemos milagros por falta de: 1. FE. La incredulidad, es la principal razón por la cual Jesús no hace milagros (Mateo 13:58). Nos cuesta creer en su poder, en que quiere hacerlo o simplemente no creemos merecerlo.
2. VISIÓN. No apreciamos los milagros, porque los consideramos cosas normales o se los acreditamos a alguien o algo más. Se nos olvida que Dios está detrás de toda buena dádiva o don perfecto (Santiago 1:17).
3. SENSATEZ. Nos falta discernimiento para pedir un milagro. Hay cosas que queremos que se conviertan en milagros, cuando son cosas posibles que nosotros deberíamos hacer.
4. ORACIÓN. No buscamos los milagros, no pedimos la intervención de Dios o no rogamos lo suficiente por lo que queremos (Lucas 11).
Los milagros no han terminado como algunos creen, no son solo del tiempo cuando Jesús estuvo como hombre en la tierra, son obras de Jesús, que sigue con nosotros.
¿Has visto de cerca un milagro? ¿Se ha manifestado en ti el Milagroso?
Los milagros deberían motivarnos a creer, deberían asombrarnos, tenerlos presentes siempre para llevarnos a adorar a nuestro Señor. Nuestra salvación es un milagro, era imposible, pero Jesús lo hizo posible con su sacrificio. Nuestra transformación, somos nuevas criaturas y hacemos cosas que antes eran imposibles para nosotros gracias a la obra de Jesús en nuestra vida. Lo que Él ha hecho en nosotros y por nosotros sin merecerlo, debería mantenernos expectantes y agradecidos, porque su obra continua.
¿Necesitas más milagros?
¿Qué te falta para verlos?
No importa el milagro que necesites, Jesús quiere y puede hacerlos.