Todos hemos experimentado golpes en alguna ocasión; estamos expuestos de mil formas a ellos, por descuido, negligencia, accidente, sin querer queriendo o hasta mal intencionados. No importa si nos lo buscamos o no, lo que importa es que duelen, somos de carne y hueso, no hombres de fierro. Desde pequeños aprendemos a sobarnos, a soportar y hasta a vivir con el dolor. Hay golpes leves, el dolor momentáneo es lo único que causan, otros causan estragos internos y algunos son tan fuertes que abren heridas. Estos dos últimos necesitan de atención, porque si no nos dolerá más, pues podrían surgir infecciones o afectar el funcionamiento de algún órgano.
La curación del cuerpo es rápida, Dios lo ha diseñado para restablecerse, la mayoría de las células de nuestro cuerpo son capaces de replicarse, salvo sus excepciones; los remedios caseros y la medicina ayudan. Pero cuando el cuerpo no es atendido de inmediato es más complicado, por eso la insistencia de los médicos qué prestemos atención a las alertas que este emite.
La sanidad de nuestro cuerpo es muy interesante, pero no es sobre eso que quiero hablarles, porque a final de cuentas me falta conocimiento. Lo que quiero decirles que ustedes ya saben, es que no solo la carne recibe porrazos, la vida nos da otro tipo de golpes. Golpes que pegan en el alma y en el espíritu. Acciones, palabras y actitudes de otras personas tocan nuestra alma, y ésta es tan sensible, más que la carne, que normalmente surgen heridas que hacen que el espíritu se entristezca, sin descartar que también situaciones físicas como enfermedades y accidentes ocasionan heridas en el cuerpo sino también en el alma. Hasta el mejor cristiano es abatido cuando se siente ofendido, menospreciado, agredido, vulnerable o desprotegido.
El alma es la parte del hombre que se relaciona con otros seres humanos, el hombre es consciente de sí mismo a través del alma. El alma se compone de la mente o el intelecto, las emociones o sentimientos, y mueve la voluntad. El alma tiende a cuestionar todo, el POR QUÉ es una pregunta frecuente, sobre todo cuando creemos que estamos bien y vivimos bajo la cobertura de Dios. Otra pregunta es, POR QUÉ ASÍ, quisiéramos que hubiera sido de otro modo, pero lamentablemente no hay marcha atrás, lo que pasó paso, nos marcó y hasta al espíritu tocó, entonces surge la gran duda… ¿esto viene de parte de Dios, de Satán o del hombre?, aunque lo que nos debería importar es que Dios lo permitió y que tiene un propósito para nuestra vida, pro para que éste se cumpla es necesario quitar el dolor del golpe, eso quiere decir sanar. La sanidad total de un cuerpo no siempre es inmediata, puede durar días, meses o más, lo mismo sucede con el alma y el espíritu, pero a diferencia del cuerpo que es más endeble, estos pueden sanar más pronto si se le da la atención debida y se recurre a tiempo a nuestro Sanador, Jesucristo, el médico de médicos.
PASOS PARA SANAR:
1. ACEPTACIÓN. Si ignoras tu dolor y tratas de ocultarlo hasta de ti mismo no buscarás la sanidad. Piensa claramente sobre lo que viviste. Si no prestas atención a tu dolor puede infectarse, algunos aprenden a vivir con él o lo anestesian, pero cuando se acuerdan lo reviven y viven frustrados. Así que no te culpes a ti mismo, aunque de alguna manera hayas provocado la situación, porque caerás en profunda tristeza y decepción. Procura tampoco culpar a otros, ver a una persona como el causante de tu desgracia te hará germinar sentimientos de rencor y odio, así que, si tu problema está marcado con la cara de alguno, perdónalo, piensa que solo fue un instrumento de Dios para probarte, de Satanás para hacerte caer, o que simplemente no sabe lo que hace, eso fue lo que hizo Jesús cuando lo estaban crucificando.
2. RESIGNACIÓN. Es la capacidad de aceptar las adversidades. La prueba es inevitable, una vida sin situaciones difíciles no la hay, porque entre el reino de Dios y el de Satán, la carne y el espíritu, lo que te gusta y lo que debes hacer, siempre habrá una lucha. Acepta lo que pasó y que te lastimó. El dolor está en tu alma y aunque las cosas cambien, él hubiera no existe, pues ya viviste la situación y tu mente y corazón están lastimados. No se te pasará al rato, el tiempo no es lo que cura las heridas sino Dios.
Al rey David Dios le dio a elegir su prueba (2 Samuel 24: 10-1): 3 años de hambre, 3 meses de persecución o 3 días de peste y eligió la última, confiando en el amor de nuestro Dios. A ti no te dieron a elegir, pero esta vez te tocó vivir una situación difícil, pero no eres el primero ni el único que ha experimentado el quebranto. No estás solo, Dios está contigo, al pendiente tuyo y con Cristo todo es posible, porque Él es quien te fortalece.
3. CONTENTAMIENTO. Debemos alcanzar el gozo a pesar de… porque éste no está condicionado a lo que tenemos o vivimos sino a la presencia de Dios en nuestras vidas. Sé positivo, confía en la benevolencia de nuestro Dios y de que para Él nada pasa desapercibido. Él suplirá cualquier necesidad que tengas. Él permite las cosas con un buen propósito en tu vida. Mientras más pronto entiendas que las pruebas son temporales, porque Dios nos ha prometido un futuro glorioso sin problemas ni necesidades, y que las pruebas no son un abandono de Dios, sino un proceso para fortalecerte, entonces te será más sencillo vivir.
Querido hermano es tiempo de enfrentar la realidad, necesitamos superar la prueba y ser fortalecidos en el Señor. Quiero decirte que el proceso de sanidad de alma es más fácil si tienes a alguien a tu lado, porque cuando el dolor es tan fuerte, no tenemos animo ni para buscar la medicina, tendemos a caer en depresión y vivir frustrados. Lamentablemente los cristianos procuramos ocultar nuestros dolores, creemos que no debemos sentirnos así, que si somos “maduros” o “espirituales” las pruebas se nos deben resbalar, pero cuando experimentamos los golpes de la vida es normal que nos tambaleemos, así que para no caer o morir debemos acudir por ayuda, sí solos no podamos, para facilitar el camino de la sanidad.
Dios no quiere cristianos dolidos ni adoloridos, así que hay que cerrar en Su altar las llagas infectadas, que son recuerdos dolorosos y permitir “Que Dios mismo, el Dios de paz, os santifique por completo, y conserve todo vuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Tesalonicenses 5:23
Mayo 2013