El rey Asuero se separó de la reina Vasti porque ella cometió una afrenta contra él y su reino. Después se acordó de que en el decreto que había ordenado, no solo estaba destituir a la reina, sino buscar una nueva reina, pues no querían que el rey estuviera solo.
Sus asistentes les pidieron que los dejara buscar jóvenes hermosas y solteras entre las provincias, y dejará que llevarán a las mejores candidatas a una casa dentro del palacio. Hegai, su hombre de confianza las cuidaría y les daría un tratamiento de belleza, saben que significa eso, masajes, cremas, baños con espumas y perfumes, vestidos nuevos y hermosos, peinados y pinturas para que se verse más hermosas, obvio que todas las chicas del reino querrían participar, aunque no ganaran, tenían una gran oportunidad de vivir una experiencia inolvidable.
Después de 12 meses el rey elegiría a la joven que más le gustará, y la nombraría reina en lugar de Vasti. Eso agradó al rey, y así se hizo. Así que se dio a conocer la orden del rey y muchas jóvenes fueron llevadas al palacio. En Susa vivía un judío llamado Mardoqueo quien era uno de los prisioneros que Nabucodonosor, rey de Babilonia. Él crio a su prima Ester porque era huérfana, sus padres murieron cuando ella era pequeña, Mardoqueo la adoptó como hija propia. Ester era muy hermosa, así que era si la condición para ser la esposa del rey era ser bella, ella era una buena candidata, pero… había un problemita, ella era judía, no era ciudadana de Persia, así que Mardoqueo le dijo que no dijera su origen, ni que pertenecía al pueblo de Dios y la llevó al palacio.
Cuando Ester llegó al palacio el guardián Hegai se fijó en ella, y le agradó tanto que ordenó que se le diera una atención especial. Durante un año se prepararon antes de presentarse ante el rey. Los primeros seis meses les untaron aceite de mirra en sus cuerpos, y el resto del tiempo les pusieron perfumes y cremas. A Ester le dieron además de las cremas de belleza, buena comida y una de las mejores habitaciones en la casa. Ester siguió las indicaciones de Mardoqueo y no dijo de qué pueblo ni de qué raza era ella. Mardoqueo la visitaba todos los días para saber si estaba bien y cómo la trataban. Realmente la quería y no quería que nada malo le pasara.
Cuando llegó el tiempo de presentarse ante el rey, a cada joven se le permitió vestir la ropa y las joyas que ella escogió, en el palacio había tanto de dónde escoger, era como una gran tienda llena de novedad, así que las chicas buscaron lo mejor se les veía. Las chicas desfilaron ante el rey, él vería a todas y luego tomaría su decisión. Las jóvenes se iban al palacio al atardecer, y a la mañana siguiente cuando regresaban, las ponían en otra sección de la casa, la cual estaba a cargo de Saasgaz, otro hombre de confianza del rey. Ellas solo podrían regresar ante el rey si él lo deseaba y las mandaba llamar por nombre. Imagínate, eran tantas chichas, que recordar el nombre de todas sería imposible para el rey, así que él solo se aprendería el nombre de las que le habían gustado mucho, pero solo elegiría a una. Ester se había ganado el aprecio de todos en el palacio, no solo por su belleza física, sino por su belleza interior, porque era buena y amable con todos, ¿por qué? Por la presencia de Dios en su vida, era una hija del verdadero y gran rey: Jehová de los ejércitos, pero sería capaz de cautivar al rey, podría el rey acordarse de ella y volverla a llamar.
Cuando le llegó el turno de Ester, está se vistió con la ropa que Hegai le aconsejó ponerse. Al rey Asuero le gustó tanto Ester, más que todas las otras jóvenes, y la trató mejor de que a las demás. Amor a primera vista, así que la eligió por reina en lugar de Vasti. Le puso la corona en la cabeza e hizo una gran fiesta para Ester. A esa fiesta invitó a toda la gente importante y estaba tan contento que rebajó los impuestos al pueblo, y repartió hermosos regalos.
En esta historia podemos ver como la gracia de Dios se derramó sobre Ester, porque Ester era fiel a Dios. Se distinguió entre todas las demás jóvenes no tanto por su belleza, aunque era muy guapa, sino porque era hija de Dios. Tener a Dios en nuestro corazón nos hace diferentes, porque sus mandatos modifican nuestra forma de hablar, de pensar y de hacer las cosas. Niños aprendan de ella y no dejen que las costumbres del mundo los contagien, dejen de hacer o ver todo aquello que no los edifica, busquen a Dios y Dios los hará personas especiales.