
(1 Pedro 4 y Salmo 1)
Dios es bueno y misericordioso. Su naturaleza es hacernos el bien, pero a muchos de nosotros nos cuesta hacer el bien. Necesitamos aprender a hacer el bien, aunque por hacerlo padezcamos o seamos vituperados. Es preferible ser juzgados mal por los hombres y vivir con escasez aquí en la tierra, que hacer lo malo, para vivir placida y alocadamente aquí y sufrir las consecuencias de vivir sin Dios por toda la eternidad.
Nuestro mundo cada vez se descompone más; los estragos que sufre son consecuencia directa de la conducta de los hombres, aunque nos cueste aceptarlo y algunos se pongan a juzgar a Dios atribuyéndole las desgracias del ser humano. Dios es bueno y Él bendice a los que le aman. Nosotros simplemente estamos cosechando (Gálatas 6:7) lo que nuestros antecesores hicieron; pero si su generación, no se portó tan mal, ¿qué pasará con los que vienen?, ¿qué estamos sembrando ahora para ellos?
La moral se ha modificado tanto en nuestros días, que no tiene nada que ver con los preceptos de Dios, a quien al parecer se está dejando de tomar en cuenta para hacer las leyes y vivir la vida. Al hombre se le está olvidado considerar a Dios y que un día seremos juzgados, no en este mundo permisivo, sino ante el gran Trono Blanco, por el Santo (Apocalipsis 20:12).
Como el sol sale para justos e injustos (Mateo 5:45),
y parece no haber diferencia entre hacer lo bueno y lo malo,
y hasta como dijera Job en su aflicción (cap. 21),
que a los malos les va mejor que a los buenos,
las personas ya no se esfuerzan por hacer el bien.
Pero debemos recordar que eso no siempre será así,
porque el tiempo de Dios está por cumplirse, y su juicio comenzará con los justos, quienes con dificultad se salvarán, pero se imaginan ¿Qué les espera a los impíos y pecadores?
La gente cuestiona a los buenos, y los critica por pensar en Dios y querer agradarlo, pero esto no debe avergonzarnos ni intimidarnos, sino que debemos sentirnos bienaventurados, porque Su nombre es glorificado en nuestras vidas por hacer lo bueno.
Dios nos exhorta en Su Palabra a que no seamos como los que viven agradando a la carne, y nos pide que no los sigamos en su desenfreno. Él quiere que seamos buenos, que nos amemos, que nos ministremos unos a otros, que nos hablemos con su Palabra y lo glorifiquemos con nuestros actos.
Si alguna vez te sientes tentado a dejar de hacer lo correcto y te sientes tan atraído por la corriente del mundo, que se te haga más fácil no hacer oposición, recuerda que el Salmo 1 TLA nos dice que Dios bendice, a los que hacen lo bueno, sí, dice su Palabra: Dios bendice a quienes no siguen malos consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con los que se burlan de Dios. Dios bendice a quienes aman su Palabra y alegres, la estudian día y noche. Dice que ¡Todo lo que hacen les sale bien! Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el polvo que se lleva el viento! Cuando sean juzgados, nada los salvará; ¡esos pecadores no tendrán parte en la reunión de los buenos! En verdad, Dios cuida a los buenos, pero los malvados se encaminan al fracaso.
Créelo, es mejor hacer el bien que el mal.