¿Cómo está tu matrimonio? ¿Es la Palabra de Dios su guía? ¿Está cubierto y sostenido en oración?

Los matrimonios enfrentan situaciones de toda índole en su vida marital, para sobrevivir es necesario enfrentarlas juntos y de acuerdo. Si enumeráramos los problemas o tipos de situaciones que vivimos la lista sería muy larga, pero la mayoría tienden a ser por diferencias y egoísmo.
Dios ya nos ha dado parámetros en cuanto a lo que es el matrimonio, pero nosotros pretendemos un matrimonio “ideal” según nuestras expectativas y lamentablemente a veces son muy altas para un ser humano normal y eso afectan nuestra relación matrimonial. Los esposos quieren una super mujer, sierva incondicional y las esposas el hombre de sus sueños, capaz de cumplir con todos sus anhelos, así que se la pasan entre pleitos y condiciones, tratando de cambiar a su cónyuge.
A las mujeres, les cuesta mucho sujetarse, sobre todo a las que trabajan, como ayudan con el gasto de la casa, también quieren repartir sus tareas en el hogar, lo cual parece justo, pero no podemos delegar todas nuestras responsabilidades, solamente pedir apoyo. Y por otro lado, tienen expectativas muy altas en cuanto a sus maridos, “quieren que la manzana se convierta en mango” y eso no lo pueden hacer ella, ni ellos, Dios podría, pero habría que preguntarle si eso es lo que Él quiere.
Los hombres por su lado trabajan mucho, así que esperan no mucho, sino todo de su esposa y se escucha muy bonito, pero en la práctica es agobiante. Quieren que la mujer se ocupe de todo y sepa todo; si las cosas no están listas, no son como él espera o no están en el minuto que lo piden, se enojan. Valoran poco el trabajo de sus esposas, se les dificulta ayudar con los niños y los quehaceres domésticos. Quieren que su esposa se vea linda, sea la mejor amiga, esposa, secretaria y ama de casa. Y muchos son poco cariñosos, nada detallistas y cuestionan todo lo que hacen y dicen sus esposas, no quieren que opinen, solo que obedezcan, pero lo más triste es que no se dan cuenta o creen tener la razón en todo.
Pareciera que tanto hombres como mujeres no están muy conformes con su pareja, porque quieren que sea diferente. La mujer espera un trato amable y muchas manifestaciones de amor y el hombre, quiera más eficacia, menos exigencias. Si no sucede, si no hay cambios, ¿qué quieren? acaso quieren ¿otro cónyuge? Nosotros escogimos a nuestra pareja, tuvimos tiempo para conocerla en el noviazgo y si no nos gustaba como era, ¿por qué nos casamos?
Los desacuerdos matrimonios, surgen cuando creemos que nosotros tenemos la razón y no nuestro cónyuge. El matrimonio es de dos, así que cuesta trabajo ponernos de acuerdo hasta en lo simple. Nuestros puntos de vista a veces son tan diferentes, así que deberíamos ser más obedientes a la Palabra de Dios y más consideradas con quien elegimos por compañero de vida para tomar la mejor decisión en todo, necesitan a Dios, el mejor y más sabio consejero del mundo entero.
Cuando Dios creó al matrimonio, no le dijo a la pareja: Tu desafío es cambiar a tu cónyuge, esfuérzate en conseguirlo, dile que no está bien, martirízalo para que cambie o se aleje, así podrás buscar otro mejor. ¡NO! La Biblia no nos dice que, si nuestro cónyuge no es lo que esperábamos que fuera, entonces podemos dejarlo y buscar a otro. En Efesios 5.21-33, el Señor nos habla de los deberes conyugales comparándolo con su trato con la iglesia y habla de amor y respeto.
Tu pareja podrá tener muchos defectos y equivocarse muchas veces, pero tú también lo haces, no somos perfectos y posiblemente estarás pensando, nunca podremos amarla como Cristo amó a la iglesia por mí mismo y tienes razón, aquí es donde la Palabra de Dios y la oración pueden cambiarte a ti y el rumbo de tu matrimonio. Quien atiende a la voz de Dios y ora por su pareja se pone en manos del Espíritu Santo para cambiar su manera de ver y percibir su matrimonio, y además se impregna de amor divino.
Obtener la bendición de Dios para nuestro matrimonio es algo que anhelamos como pareja. La manera de conseguirla es habitar en la presencia y cobertura del Altísimo. La oración y la Palabra deben estar presentes en el matrimonio, de hecho, estas dos cosas son tan importantes que deben estar en todas las áreas de nuestras vidas. Si quieres un matrimonio sano debes incluir a Dios en tu relación. Conocer la Palabra de Dios y meditar en ella nos ayuda a alinearnos con la voluntad de Dios. Orar todos los días nos permite darle el lugar principal a Dios en nuestras decisiones y diario proceder, pero además influye mucho en nuestro comportamiento y trato con el cónyuge.
Los defectos y descuidos de tu pareja te molestan, e inclusive a veces te sacan de quicio, pero son necesidades que debes llevar a los pies del Señor y oportunidades para ayudar a tu cónyuge. Orar por la persona que amamos nos sensibiliza ante sus necesidades, quita el enojo, nos lleva a perdonar y nos da luz para resolver las situaciones que enfrentamos y no hacer los problemas más grandes. Si en lugar de orar, criticas, juzgas y condenas a tu pareja, entonces no será el Espíritu Santo quien te guíe, sino la carne, el orgullo y la arrogancia te harán lastimarla y a deteriorar tu matrimonio.
Acudir a la Palabra y a la oración cuando pasamos momentos de crisis es la mejor opción, el proceso de sanidad matrimonial a veces es lento, pero cuando te sometes por completo a la voluntad de Dios y perdonas al cónyuge obtendrán la victoria. Como cristianos, tenemos que revertir y prevenir daños en nuestro matrimonio, a través de una vida de comunión e intimidad con Cristo. Hay que leer la Biblia y orar todos los días, juntos sería algo muy bueno, pero si no se puede, por el trabajo, por los niños o los tiempos que tienen, pues hágalo cada uno por su lado, pero no dejen de luchar espiritualmente por su matrimonio.