Jesús andaba predicando de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, quería que todos supieran que Dios los amaba y que quería bendecirlos. Se acercaba la fiesta de Pascua, así que Jesús viajaba para Jerusalén, pero pasaría primero por la ciudad de Betania. En ese lugar vivían 3 personas que lo querían mucho, una familia especial: Lázaro, Martha y María. En la Biblia no se habla de sus padres, así que lo más seguro es que ya habían muerto, que eran huérfanos.
Estos hermanos se alegraron al saber que Jesús visitaría su ciudad, les daba mucho gusto recibirlo en su casa, así que lo invitaron a cenar. Qué bonito es invitar a la gente que queremos a nuestra casa, atenderlos y también tener un tiempo especial para platicar con ellos.
Ese día, Martha se ocupó de los quehaceres de la casa y de la comida, como siempre lo hacía, ya que era muy buena anfitriona, es decir que le gusta tener todo en orden. Jesús llegó a la casa con sus discípulos, los hombres se sentaron a la mesa, así que Lázaro, se puso a platicar con ellos. María la más pequeña, también se sentó, pero no en la mesa, sino junto a los pies de Jesús. Creen ustedes que lo hizo porque no había sillas, o porque quería estar lo más cerquita que se pudiera de Jesús, no, aunque si le gusta estar cerquita de Jesús, en esta ocasión, lo que ella quería era ofrecerle algo especial a Jesús.
María tenía un perfume muy caro, que olía muy bonito, y mientras comían, ella vació el perfume en los pies de Jesús y con su cabello los secó. La casa se llenó de ese agradable olor de manera que todos se dieron cuenta de que María lo había derramado, y uno de los discípulos de Jesús: Judas Iscariote se molestó por lo que María, le pareció un desperdicio y les dijo que mejor hubieran vendido el perfume y con el dinero que les pagaran ayudado a los pobres, parecía una buena idea, pero… ese perfume era un regalo de María para Jesús, ella quería darle algo bueno a Jesús, porque sabía que Jesús se merece lo mejor que tenemos. Por otro lado, Judas solo estaba pensando en el dinero, no en los pobres, como era el encargado de administrar las ofrendas que les daban, él era un pillo y tomaba dinero para sí, así que vio como una oportunidad que se le pasó de las manos, pues al vender el perfume de nardo, él se hubiera quedado con una buena tajada.
A Jesús le gusto el regalo de María, fue un hermoso detalle, una muestra de la adoración y les dijo a sus discípulos que ya tendrían tiempo para ayudar a los pobres, pero que a Él no siempre lo tendrían en persona con ellos, ya que pronto moriría. Que María lo estaba preparando para cuando se muriera, porque cuando las personas morían las untaban de perfumes especiales y las envolvían en telas para que sus cuerpos se conservarán y olieran bonito y después las enterraban. Y también les informó, que lo que ella había hecho en ese día, sería contado a todas las personas.
¿Jesús en tu casa tiene un lugar especial?, ¿Te gusta pasar tiempo con Él? ¿Le has ofrecido algo valioso a Jesús? Jesús nos ha demostrado su amor en muchas ocasiones, siempre está dándonos cosas buenas, así que nosotros también deberíamos buscar agradarlo y darle lo mejor de nosotros. La oración nos permite ponernos de rodillas a sus pies y rendirle adoración.