
En todas las épocas y lugares, el hombre siempre ha tenido necesidad de Dios y ha tratado de encontrarlo para ser feliz. El error ha sido buscarlo a su manera. Al ignorar la Palabra de Dios, inventó una amplia gama de religiones cuyo objetivo principal es encaminarlo a Dios, pero no tanto como Dios dice que lo hagan sino como ellos creen que pueden hacerlo.
La religión no salva, pero que es un medio para buscar y servir a Dios. Las religiones pueden tener cosas dignas de admirar y principios buenos, pero eso no es suficiente para ser feliz y alcanzar salvación, lo que el hombre requiere encontrar es el verdadero camino a Dios para obtener la redención.
¿Hay muchos caminos? Algunos dirían que sí, pero lo que encontramos son muchas veredas; las veredas son pequeños caminos que se forman por el tránsito de personas, las hacen para acortar distancias, pero no son la mejor opción pues son inseguras y a veces su destino no es el que esperábamos. La palabra de Dios nos dice que solo hay dos caminos y que llevan a lugares muy diferente, la sugerencia de Dios es: “Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran”. Mateos 7: 13-14 DHH
El camino espacioso es el mundo y los deleites de la carne, es fácil porque la puerta es ancha todos pueden entrar, parece que no tiene limitaciones, se puede hacer todo, no necesitas renunciar a nada, puedes conservar tus malas costumbres y no sujetar a tu carne, pero hay mucho por donde perderse, el mundo te seduce o engaña llevándote al pecado, a la desobediencia a Dios; muchos transitan este camino pues prefiere las cosas fáciles y porque les parece más divertido, pero su fin es la muerte, así que cuesta caro porque el pago será su vida misma. ¿Por qué si sabemos cuál es el fin del camino hay muchos que por él andan? A muchos le gusta hacer su voluntad y no tienen temor de Dios, creen que no hay más vida que la de la tierra y quieren vivirla a su manera, pero muchos otros no eligen ese camino abiertamente, no es su camino inicial, porque en su corazón quieren agradar a Dios, pero quieren un camino fácil, que les brinde lo que necesitan y los satisfagan en todo, pero evitan cumplir los mandatos de Dios, así que desvían por veredas que termina llevándolos al camino espacioso.
El camino angosto tiene la puerta estrecha, es popular entre la gente, pero no el más solicitado, porque no es nada fácil andar por él, no sigue la corriente del mundo, requiere de mucho esfuerzo pues hay someter a la carne y alimentar el espíritu. Este camino es Jesucristo, Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre” (Juan 14:6). Como Él es el camino, no andas solo, el ayudador, que es el Espíritu Santo está contigo. La recompensa por caminar en Él está aquí en la tierra: amor, gozo, paz, fortaleza, victoria, etcétera y en el cielo: vida eterna. El camino de Dios es la mejor opción que tiene el hombre, pero no es una imposición, porque tenemos libre albedrío.
La Iglesia está fundada en Cristo Hechos (4:11-12) y damos por sentado que asistir a la Iglesia es estar bien con Dios. Desde niños inculcamos a nuestros hijos el respeto a Dios, pero lamentablemente muchas veces solo se trata de tradiciones, conceptos y la profesión de un credo, pero sin fe, porque cuando se convierten en adultos conservan una religión, ostentan el nombre de “cristiano” pero no conocen al Dios verdadero y caminan sin fe, en desobediencia a la Palabra de Dios. La fe en Dios y sus principios nos permiten poner la mirada en Jesús, en el camino que verdaderamente nos lleva al cielo, aunque eso signifique ir en contra de lo que piensa el mundo, ser señalado e incluso excluido por lo que no miran como “raros” por agradar a Dios.
Las veredas del mundo son filosofías y doctrinas que no son bíblicas, así que debemos ser como los de Berea (Hechos 17:11), escudriñando cada día las Escrituras para ver si está correcto lo que se nos dice y no salirnos del camino, así que aunque para el hombre todos los caminos son limpios en su propia opinión y les parecen derechos (Proverbios 16:2, 14:12) solo hay un camino derecho a la salvación y ese es Jesucristo.
Dios escudriña nuestro andar y conoce nuestros caminos (Salmos 139: 3) y su deseo es que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad a través de Jesucristo, quién se dio a sí mismo en rescate por todos (1 Timoteo 2:3-6). Si te perdiste en el camino, reconsidera tu andar, aférrate a la Palabra de Dios y reconócelo en todos tus caminos, no importa que el camino sea difícil, que las pruebas de rodeen, no estás solo, sigue las pisadas del Maestro y no te dejes influenciar por nada ni nadie, vale la pena caminar por este camino.
En tus manos está la elección, tus decisiones traen consecuencias y recuerda que tu conciencia no es infalible, te puedes equivocar, pero Dios no, así que mejor basa tu andar en la Palabra de Dios, elige el camino verdadero: Jesús, para llegar al lugar correcto y no te desvíes por ninguna vereda, aunque te parezca atractiva y fácil de caminar.