
Muchos creen que el PECADO es todo lo que es contrario a las normas establecidas, pero según la Biblia el pecado es un acto de desobediencia a Dios, por lo tanto no importa que lo acepte el mundo y sus leyes, si va contra lo que ha dicho Dios en la Biblia, es PECADO. Se puede pecar de muchas formas: con nuestras palabras, acciones, pensamientos y hasta con sentimientos impropios del corazón, porque conducen a los primeros, y
claro que no debemos olvidar que también se peca por omisión, porque saber hacer lo bueno y no hacerlo, es pecado (Santiago 4:17). El ser humano clasifica el pecado como: pequeño, mediano o grande, pero no hay tal cosa, simplemente es pecado, lo mismo es codiciar que matar, aunque parezca injusto e increíble. Y las consecuencias son las mismas (Romanos 6:23).
Los efectos del pecado son desastrosos, la Palabra de Dios nos da claro ejemplo de eso: El pecado de Adán ocasionó la muerte espiritual y la expulsión del paraíso (Génesis 2:17; 3:23). Por el pecado Dios destruyó a toda la gente de la tierra, excepto los que estaban en el arca de Noé (Génesis 6:5-17). Sodoma y Gomorra también fueron destruidas por el pecado (Génesis 19:24; Judas 7). Por el pecado el pueblo se corrompió (Deuteronomio 9:12; Salmo 53:3) y se hizo enemigo de Dios (Santiago 4:4). Y será el pecado, el que llevará a muchos al infierno (Mateo 13:41,42). Podríamos seguir enumerando casos y casos bíblicos, y aún relatar historias de nuestros ancestros y de nuestros días y veríamos lo triste de las consecuencias del pecado. El claro ejemplo de ahora es nuestra sociedad que sufre los estragos del pecado: enfermedades, familias desintegradas, muertes innecesarias, guerras, corrupción moral y social, etc.
Estamos en el tiempo de la gracia, pero no se engañen
el pecado sigue siendo una prohibición
y un problema para el hombre.
El pecado es placentero, por eso se practica.
Quien lo practica no quiere reconocer que el pecado
será momentáneo y que los efectos serán nocivos.
Aunque es obvio que la mayoría saben que habrá consecuencias, abusan de la gracia esperando evitarlas obteniendo el perdón de los afectados y de Dios.
HAY TRES COSAS EVIDENTES QUE SUCEDEN A CONSECUENCIA DEL PECADO:
1. MALDICION GENERACIONAL. Luego que Adán pecó Dios le dijo: maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Génesis 3: 17- 19. Dios le dio a conocer a Adán las consecuencias de su pecado, El no tenía la intención de hacernos sufrir, sino desde que pecó Adán lo hubiese mandado al infierno. Dios nos hizo para ser felices, en un mundo perfecto viviendo en comunión con Él, pero por nuestro albedrio hemos brincado los límites establecidos por Dios para nuestro bien, dañando así a nuestro mundo. Al usar mal los bienes que Dios nos entregó, estamos provocando escasez, destrucción, muchas enfermedades y muerte. Porque el ADN deteriorado del hombre se transmite a las futuras generaciones, con sus enfermedades, personalidad, tendencias pecaminosas y malos hábitos.
2. CEGUERA ESPIRITUAL. La Biblia dice en Romanos 8:11: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy. Y en 1 Pedro 2: 8 dice: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes... Cuando nos alejamos de Dios, de su amor y sabiduría, nos equivocamos irremediablemente. Nuestra razón se desvía, llamamos a lo bueno, malo y a lo malo, bueno (Isaías 5:20). Nos hacemos daño a nosotros mismos pecando y a muchas personas más, porque las guiamos a seguir nuestros mismos pasos y sufren las consecuencias de nuestros actos, así se perpetúa un círculo vicioso. La ceguera espiritual se usa en la Biblia para ilustrar en forma metafórica la ignorancia o rebeldía (Salmo 115:57; Mateo 23:16,26). En otras palabras, no quieren ver ni oír lo que Dios quiere manifestarles. Son sabios en su propia opinión y para no ser los únicos, guían a otros a lo mismo.
3. VACÍO ESPIRITUAL: La consecuencia más terrible del pecado, es que nos aleja de Dios, y sin Él, nos hay felicidad completa, nada nos satisface. Oseas 4 nos da una lista larga de cosas que el hombre puede hacer mal y una sentencia: “Comerán, pero no se saciarán; fornicarán, mas no se multiplicarán, porque dejaron de servir a Jehová” (v.10) y en Romanos 1: 21- 23 dice: "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles Cuando el ser humano rechaza a Dios se llena de sus propios razonamientos y según este pasaje, se vuelven idolatras, pues le quitan la gloria a Dios para dársela a las cosas". Sin Dios, la felicidad es momentánea, no hay paz, porque estamos en guerra con nuestros propios razonamientos y con la gente que nos rodea. Cuando uno se aleja de Dios, por más que se llene de pensamientos, de cosas materiales o actividades especiales, al momento de estar solo, seguirá sintiendo un gran vacío en su alma.
Hermano, no solo los inconversos pecan, también los cristianos. Cuando un creyente peca los efectos del pecado son: Perdida de comunión con Dios (1 Juan 1:6), se pierde el gozo de su salvación (Salmo 51:12), entristecemos al Espíritu Santo (Efesios 4:30) y si no hay arrepentimiento se pueden perder las recompensas, porque Dios las ha prometido a los que son fieles hasta el final (Apocalipsis 22:11-12).
Pero tanto, al que está lejos y al que cerca de Dios, el remedio para el pecado es el mismo: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Y no importa cual y ni cuantos sean tus pecados, pasados, presentes y futuros, serán perdonados si te arrepientes y crees en Jesús. Y para no sufrir las consecuencias y pasar por los efectos del pecado nuevamente, recibe una purificación continua del pecado cumpliendo con la condición establecida por Dios en 1 Juan 1:7: “Andar en la luz, como él está en la luz”.