La mayoría de los matrimonios tienen hijos, así que una de sus grandes preocupaciones y ocupaciones deben ser los hijos. Pareciera que una vez que nacen, captan toda nuestra atención y “todo” gira alrededor de ellos. El amor no tiene medida, ni se agota, entre más das, más aumenta. Pero lo que si no se multiplica es el tiempo y los recursos. Así que, cuando la familia crece, el grado de atención podríamos decir que disminuye, es como si tuviéramos un pastel y lo fuéramos cortando en rebanadas, si son muchos, la rebanada será más delgada, pero repito, no tiene que ver con el amor, podemos amarlos a todos sin medida.
Pero la triste realidad es que el primero de nuestros hijos es el que tiene toda la atención, al que se le compra todo, le tomamos muchas fotos y al segundo, ya no tanto, de hecho, le toca lo que el otro dejó, hablando de juguetes y ropa. Lo bueno es que lo que nuestros hijos necesitan, más que cosas materiales, es amor y atención.
La atención es con la que nos atoramos un poco la mayoría de los padres, sobre todo cuando tenemos muchos hijos. El tiempo y las fuerzas parece que no dan el ancho, así que debemos esforzarnos más, ambos padres, porque la crianza de los hijos es asunto de mamá, pero también de papá, aunque él no esté tanto tiempo en casa. El padre necesita redimir el tiempo, aprovechándolo para fomentar los lazos familiares, formar el carácter de sus hijos con el ejemplo y enseñarles valores.
¡La niñez dura tan poco! es la etapa más corta de la vida del hombre. A partir de los 12 e incluso, en algunos desde antes, los chicos sufren tantos cambios físicos y psicológicos, que modifican sus gustos y costumbres, y prefieren estar con sus amigos, lo cual resulta terrible para nosotros, cuando menos al principio. En lo que nos damos cuenta de que ya crecieron, de que son más independientes y capaces de hacer cosas por sí mismos, ya no nos necesitan para todo. Han llegado a otra etapa, la adolescencia, etapa que podremos disfrutar con ellos SI SEMBRAMOS BIEN cuando son niños. Hoy no hablaremos de la adolescencia, sino de cuando nuestros hijos son niños. Los niños son inquietos y traviesos, pero ¿por qué son así? Pues porque son niños, están descubriendo el mundo y les falta conocimiento. Pero también muchas veces se portan mal por culpa de nosotros, sus padres, porque no los hemos instruido correctamente, así que se les dificulta diferenciar el bien y el mal, sobre todo en estos tiempos en que tantas cosas son permisibles.
También son “tremendos” porque les falta disciplina o simplemente porque quieren llamar la atención. Nuestros hijos se merecen toda nuestra atención y tienen derecho a muchas cosas, entre ellas está la de expresarse, debemos atenderlos, y escucharlos, aunque sean pequeños, eso nos ayudará a conocerlos mejor y suplir sus necesidades correctamente. No nos lamentemos en un futuro de no haber estado con ellos, no haberles enseñado acerca del mundo y de Dios.
Necesitamos estar con nuestros hijos y ayudarlos a crecer sanamente en todos los aspectos.
¡Hay tantas cosas que debemos proporcionarles y enseñarles! Los niños son seres humanos sensibles y dependen casi en todo de nosotros, necesitan amor, tiempo, comprensión, alimentación, entretenimiento, educación, corrección, guía espiritual y mucho más, así que eso sembremos. Ocupémonos en suplir sus necesidades físicas, emocionales, sociales, pero sobre todo las espirituales. La Biblia es la herramienta que nos ha dado Dios para conocerlo y vivir de la manera correcta, en ella encontramos no solo los preceptos y ordenanzas divinas, sino palabras de vida, que transforman al ser humano. Conocer a Dios y atender a su Palabra nos hace mejores personas y más felices. Así que sembremos la Palabra de Dios en la vida de nuestros hijos desde temprana edad.
Enseñemos con el ejemplo: Leamos la Biblia con ellos, oremos con ellos y vayamos juntos a la iglesia. No esperemos que nuestros hijos permanezcan en el Evangelio de grandes, si de pequeños no les fomentamos el amor a la Casa de Dios y a su Palabra. Lo que tú hagas con ellos en su infancia, marcará su vida de adultos. Hay cosas que no se olvidan nunca y marcan una pauta en nuestro camino.
Críen niños felices, para que puedan disfrutar una adolescencia sana y sean adultos de éxito. La Palabra dice que Jesús crecía en sabiduría y estatura y en gracia para con Dios y con los hombres (Lucas 2:52). La sabiduría es su intelecto, la estatura es su apariencia y la gracia, a mí me hacen pensar en su presencia y carácter ante Dios y los que lo rodeaban. Jesús fue un hombre admirable y deseable en todos los aspectos, roguemos para que nuestros hijos sigan los pasos de Jesús, se parezcan a él. Seamos un ejemplo y la ayuda que necesitan para crecer como lo hizo Jesús sanos en cuerpo y espíritu.