Muchos cristianos asisten solos a la iglesia cada domingo y se sienten tristes, anhelan que los acompañen su pareja y toda su familia. Lamentablemente, cuando tu pareja es inconversa, no tiene el mismo deseo que tu de buscar a Dios, por lo tanto, siempre habrá problemas, tendrán diferencias a la hora de tomar pequeñas y grandes decisiones, uno pensará cómo agradar a Dios y el otro no.
Algunas personas inconversas son simpatizantes y dejan asistir al Templo a su pareja sin presionar, pero a otras no les interesa nada de lo relacionado con Dios, así que mortifican tanto a su cónyuge que éste deja de ser activo en la iglesia y hasta se vuelve inconstante en su asistencia dominical, porque no saben cómo manejar la situación y prefieren cumplir con su pareja para evitar discusiones y distanciamientos.
La salvación de nuestra pareja vale oro, no porque cambiará sus malos hábitos por buenos, ni porque dejará de molestarlos cuando asistimos a la iglesia, esos parecen buenos motivos, pero seríamos egoístas si solo pensáramos en nuestros beneficios. La salvación de nuestra pareja vale mucho, porque ella será bendecida, gozará la presencia de Dios y será plenamente feliz, ahora y en la eternidad.
Hay cristianos que, en su intento por convertir a sus cónyuges, les lanzan “indirectas”, les regalan libros cristianos, que por supuesto, su pareja no lee; escuchan a todo volumen la radio cristiana o ven películas cristianas en casa para que a fuerzas escuchen el mensaje, pero se hacen de oídos sordos, nadie es profeta en su propia tierra. Otros invitan a otras parejas cristianas o a sus pastores para que les hablen de Dios, pero no siempre resultada efectivo. Todos sus esfuerzos pueden resultar vanos si los basan en sus fuerzas y razonamientos, el único que puede tocar el corazón de un hombre es el Espíritu Santo.
Podríamos hablar de muchos métodos para tratar de evangelizar a nuestra pareja, pero lo que más impacta es la oración, tu propio testimonio y cómo perseveramos en nuestra fe, eso les mostrará que Dios realmente existe y que nosotros verdaderamente lo amamos.
No permitas que sus diferencias interfieran en su relación, ni mucho menos destruyan el amor que se tienen, pero tampoco permitas que tu pareja te aleje de Dios.
Pídele a Dios que te de sabiduría, gracia, prudencia y paciencia para bendecir la vida de tu pareja y alcanzarla para Cristo. Sé tolerante y más atento(a), sigue hablándole de Dios, pero sin presionar ni atacar, busca siempre los momentos oportunos para sembrar la Palabra de Dios y guiarlo en el camino de Dios. Procura hablar del amor y no de la condenación, porque la clave de todo es el amor. Esfuérzate en conquistar su corazón para Cristo, no les des razones para que hable mal de ti, ni de tu Dios. Ora mucho por tu pareja, pon todo en manos de Dios y espera el milagro.
Septiembre 2018