“Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve”, es el coro de un antiguo himno y “en las luchas y en las pruebas la iglesia sigue caminando, solo se detiene para predicar”, está es la letra de un estribillo. Así es y así debe ser, porque no estamos solos y porque tenemos un propósito.
¿Tenemos un Dios demandante? Yo creo que no, todo lo que hace es por nuestro bien y todo lo que hacemos para él, trae recompensa. Y quizás algunos piensen que Dios nos pide muchas cosas, pero se les olvida que Dios nos da todo.
El siguiente versículo expresa más que un deseo de Dios, una orden: “No dejemos de reunirnos, como hacen algunos. Al contrario, animémonos cada vez más a seguir confiando en Dios, y más aún cuando ya vemos que se acerca el día en que el Señor juzgará a todo el mundo”. Hebreos 10:25 TLA
Mi pastor comentó el domingo, que el mundo había sido probado, y los cristianos también. Que habían salido a relucir los verdaderos cristianos, porque algunos todavía no daban señal de vida en el Templo, ya se les veía en el supermercado, en las fiestas e incluso haciendo fila para ir al cine, pero a la casa de Dios no habían regresado.
No cabe duda de que el Covid vino a sacudir al mundo. Al principio la mayoría dobló sus rodillas cuando vio que la gente se moría, lo consideraron hasta un castigo de Dios y se volvieron a Él para evitarlo. El 27 de febrero de 2020, se detectó el primer caso de coronavirus en México, y para finales de Marzo, visitó nuestra ciudad. Cristianos y no cristianos, enfrentaron esta plaga y algunos cayeron en el camino, pero todos se levantaron de la cama o en victoria. Vivimos tiempos muy difíciles, en los cuales el templo tuvo que cerrarse, no por falta de fe, sino por instrucciones de las autoridades y para proteger a la congregación de los contagios. Pero luego dimos un paso de fe y con mucha precaución, el Templo abrió sus puertas y la feligresía volvió al Templo poco a poco. El domingo pasado, vimos regresar a muchos más y nos alegramos con ellos. Creo que en nuestra iglesia el 75% ya se está congregando presencialmente ¡Gloria a Dios!
Desde la llegada del Coronavirus nada ha sido igual, pero nos adaptamos, vivimos una nueva normalidad, avanzamos a pasos agigantados. Dios permitió que la ciencia y la tecnología nos ofrecieran ayuda y se ha ido controlando la pandemia, pero los protocolos de seguridad continúan, a muchos no les gustan, pero son necesarios y deberían seguir siendo obligatorios para bien nuestro. Nuestra ciudad está en semáforo amarillo, aunque algunos opinan que deberíamos estar en verde.
Desde hace tiempo podemos apreciar en la ciudad, que la gente ya no tiene miedo salir a la calle, lo demuestran al andar por todos lados, pero algunos no han regresado al Templo, y lo que menos quiero es juzgar a nadie, pero la pregunta es ¿por qué?, me gustaría saber la respuesta y ayudarlos. La mayoría sale de sus casas al trabajo todos los días y conviven con gente ahí, en algunos casos con muchísima gente. Los ves en las redes sociales integrados a la vida social, fiestas y vacaciones, y en la calle te los encuentras de compras o en las escuelas ¿acaso ahí no hay contagios? Otro grupo, creo que están enfermos, y con covid o sin él, se les complicaría asistir al templo, pero sería bueno escucharlos, aunque fuera por teléfono, ya que han restringido las visitas para su protección, pero podemos orar por ellos; otros quizás cambiaron de iglesia o de residencia, me gustaría saberlo para despedirme de ellos; otro grupo tiene miedo y sus temores no los dejan avanzar, están encerrados, necesitan ser ministrados para seguir adelante; uno que otro no sabe cómo regresar, ya pasaron casi 2 años y se acostumbraron a no asistir al Templo, cambiaron su estilo de vida y se sienten a gusto, pero ¿será eso lo que quiere Dios? Y nos falta un grupo más: los que ya no quieren regresar, se envolvieron en los afanes y placeres del mundo, fueron seducidos por el enemigo y se olvidaron de los preceptos de Dios. Debemos orar por todos, alentarnos a seguir adelante, a volver a la vida de la iglesia, somos el cuerpo en Cristo. El enemigo quiere alejarnos de Dios, el primer paso es separarnos de la comunión de la iglesia, juntos nos mantenemos mejor, el calor de la familia de la fe, la exposición y ministración de la Palabra, el servicio y el amor y muchas cosas más que solo se producen cuando nos congregamos y que nos hacen falta para crecer espiritualmente.
Hay quienes dicen que el Coronavirus se convirtió en un simple catarro y otros que pueden surgir más variantes, quién tendrá la razón, no lo sabemos, lo que sí sabemos es que Dios es soberano y tiene el control de todo, lo que suceda pasará por su visto bueno, lo que nos debe preocupar a nosotros los cristianos es estar bien con Dios, mantenernos unidos y obedecerlo en todo. Ojala todos podamos superar la prueba, congregarnos y estar juntos, mejor que antes, alabando a Dios en el Templo.