¿Alguna vez has dicho algo que no estaba bien o sonó mal? ¿Se lo dijiste a la persona equivocada y en un momento inoportuno?
Las palabras que decimos pueden ser de bendición o maldición y estas últimas pueden costarte muy caras, pues no sobrara quien juzgue tu espiritualidad en base solo a eso, haciéndote sentir mal y falto de amor.
Todos hemos hablado de más cuando menos una vez y cuando te das cuenta de tu error, te invade una profunda tristeza. Si no sabes manejar el sentimiento de culpabilidad puede llevarte a la depresión más que al arrepentimiento. El tiempo y lo que hiciste no pueden dar marcha atrás; el hubiera no existe dicen muchos, ¿Qué hacer entonces para que el remordimiento y la culpa no te consuman?

Primero que nada, recurrir a Dios, el debe ser nuestro primer recurso en todo. El salmo 103: 3-5 en la versión de Lenguaje Actual dice: “Mi Dios me perdonó todo el mal que he hecho; me devolvió la salud, me libró de la muerte, ¡me llenó de amor y de ternura! Mi Dios me da siempre todo lo mejor; ¡me hace fuerte como las águilas!" y la versión reina Valera 60 que es más conocida dice: "Él es quien perdona tus iniquidades y las olvidas, te rescata, sana tus dolencias y sacia tu boca". Dios es la fuente de agua pura que limpia nuestras heridas, purifica nuestra ser y llena nuestra boca de palabras buenas, impregnadas de amor. Es probable que sientas al principio en tu vida un sabor agridulce, la mezcla del perdón de Dios y de los errores que debiste evitar. Dice que errando se aprende, y así es, pero para los que tenemos a Dios fallarle es muy duro, así que aprender de esa forma es muy doloroso, te sugiero que mejor aprendas a hablar mejor: empapándote de Dios y de Su Palabra. no dejes que tus conversaciones sean producto de la influencia de nadie más que de Dios, quien es Santo y Puro y cuyos pensamientos son paz para nosotros y por último, mejor ponte orar por las personas que hablar de ellas.
Segundo, tienes que aprender a medir tus palabras. Hablar de otros no es correcto, aunque sea cierto lo que dices. Entre algunas personas que hay tanta confianza que en el calor de la plática se puede hablar con ligereza, pensando que lo que dices ahí queda, que no se repetirá, pero debemos saber que las cosas no siempre son así, y que a tus palabras otros pueden agregar más palabras y hasta darle una interpretación diferente y eso puede tener resultados muy feos. Por otro lado, no puedes reclamarle nada a la persona, porque si dijimos algo malo y queremos que se calle, es como esperar que nos solape; debemos poner un alto a nuestras palabras y no esperar que los demás comprendan porque lo dijiste. Nuestras conversaciones no deben ser sobre otras personas, para no caer en el chisme ni en la murmuración, necesitamos aprender a corregirnos unos a otros en el amor del Señor, para no hacer problemas y lastimar a otros. A parte, cuantas veces hablamos sin conocimiento de causa, inducidos por las acciones o comentarios de otros, y nos enredamos en palabrería sin pensar lo que decimos. No es bueno criticar el trabajo de alguien, si primero no tratas de ayudarlo directamente. Si hablándolo con ellos, no entienden, entonces habrá que tomar medidas diferentes, pero sin lastimar. Dios quiere que aprendamos a usar bien nuestra boca, para bendición y no para maldición, el problema es que pecamos de simples o despistados, y cuando estamos con alguien y se abre un espacio de charla, nos dejamos llevar por la conversación de la gente y somos envueltos hasta en sus pensamientos, actuado la mayoría de las veces en la carne y no en el espíritu. La Palabra de Dios dice: "Les aseguro que en el día del juicio final todos tendrán que explicar por qué hablaron para hacerles daño a los demás. Dios juzgará a cada uno de acuerdo con sus palabras: si dijeron cosas buenas se salvarán, pero si dijeron cosas malas serán castigados" Mateo 12:36 TLA. Cuan a menudo se nos olvida la Palabra de Dios, Él no quiere inquisidores sino pacificadores, portadores de su perdón y salvación. "Así que no hables, si de tu boca no saldrá bendición, sé sabio, aprende a callar, porque aún el necio cuando calla es tomado por sabio" (Prov. 17:28). "Evita tiempos de ocio y platicas innecesarias, que lo único que harán es llevarte a vana palabrería" (2 Tim. 2:16).
Tercero, pide perdón a quien se lo dijiste para tratar de detener tus palabras, para que estás no hagan daño a alguien más. Porque el que te escuchó y los que pueden escucharlo a él, pueden ser influenciados o infectados con tus palabras, o simplemente confundidos, recuerda que los cristianos no solo deben creer en Cristo, sino obrar y hablar como Él, y el amor y la misericordia deben prevalecer.
Lamentablemente, todos nos hemos equivocado alguna vez, lo importante es enmendar el error. De antemano sabemos que Dios es fiel y nos perdona, pero debemos estar en paz con todos, así que también debes disculparte con todos los afectados, incluyendo la persona de la que hablaste, arrepiéntete de lo que dijiste y si tus palabras no le llegaron, dale gracias a Dios porque Él las detuvo y se quedaron en palabras y no en acciones, pídele a Dios que las desaparezca por amor a tus hermanos. Bendice al que con un comentario dañaste, se solidario con él en sus necesidades, de esa manera estarás retractándote de tus palabras y le ayudarás a superar los errores que en otro tiempo juzgaste y sobre todo manifiéstale tu amor, que para eso nos salvó el Señor para mostrarnos Su gran amor.
Cuarto, para ti, no dejes que las acciones del pasado te perturben, si Dios te perdonó, perdónate tú mismo. Recuerda que el propósito de Dios no es para destrucción sino para salvación. Permítele a Dios que restaure tu vida, sobre todo en el área que fallaste, deja que limpie tu mente de malos pensamientos y purifique tus palabras; utiliza la Palabra de Dios como filtro para tus pláticas y su amor para decir las cosas, porque puedes tener razón en lo que dices, pero si no lo dices con tacto, no serás de bendición. Deja que el conocimiento de la Biblia te ayude, no seas sabio en tu propia opinión y su Palabra te enseñe a decir cosas buenas, úsala en todas tus conversaciones. Y si alguien uso tus palabras en tu contra o para justificar sus acciones, perdona; si te exhibió públicamente y no te mostró ni amor ni misericordia, deja todo en manos de Dios. Alguien dijo que una señal de una persona madura es que no se ofende fácilmente, y si se siente ofendido, perdona con facilidad.
Noviembre 2012