Al hombre le gusta la vida no la muerte, algunos con tan solo pensar en la muerte se llenan de terror y más cuando la ven pasar cerca, como cuando muere un conocido. Nadie quiere morir a menos que no la esté pasando muy bien o esté listo para irse con Dios. El cuerpo humano no es indestructible, más bien es perecedero. Pero, aun así, leí que la comunidad científica confía en que, en algún momento dado, se logre la inmortalidad.
En los últimos tiempos, hemos visto cómo el hombre en su búsqueda por la inmortalidad promueve opciones para seguir vivo, pero solo ha conseguido retrasar el envejecimiento y según dicen, alargar sus días, pero sabemos que ni aún eso han logrado, porque la vida le pertenece a Dios y Él es quien decide cuántos días estaremos en la tierra.
Alguien dijo: “No morimos porque estemos enfermos sino porque estamos vivos”. Mueren los viejos, pero también los jóvenes, enfermos o por accidente, porque el ser humano en este mundo es mortal, así que debe morir. La Biblia nos lo recuerda: “Al fin y al cabo, todos morimos, así que los que viven deberían tenerlo muy presente” Eclesiastés 7:2b NTV.
Dios es el único inmortal y nos ofrece vida eterna en Cristo Jesús (1 Pedro 5:10), pero la eternidad no es aquí en la tierra, ni con el cuerpo que tenemos, que cada día se deteriora y se debilita. Él nos ha prometido un cuerpo incorruptible y transformado en la resurrección de los muertos (1 Co. 15:52).
Resucitar significa volver a la vida. La inmortalidad en el ámbito filosófico significa que la existencia es indefinida o infinita, que no muere. En el sentido religioso y espiritual, es algo más grande, que conservar la vida que tenemos con sus limitaciones, es vida abundante, vida eterna después de la muerte física, ¿cómo es eso posible? Por Jesús, el Resucitado.
Para vivir eternamente necesitamos conocer al Resucitado, que no es otro, que el Crucificado: Jesucristo. Su muerte y resurrección son la base fundamental de nuestra fe, Jesús tuvo que morir para rescatarnos, pero tenía que resucitar para demostrar quién era y justificarnos. En Romanos 1:2-4 y 4:25 Traducción de Lenguaje Actual dice: “… Dios lo resucitó por el poder de su Espíritu, y con eso demostró que Jesucristo es el poderoso Hijo de Dios” y “Dios entregó a Jesús para que muriera por nuestros pecados, y lo resucitó para que fuéramos declarados inocentes”. Jesús, el Hijo de Dios, fue juzgado y condenado por nosotros, cumplió la sentencia en su cuerpo y pagó con su muerte por nuestros pecados, para que la justicia de Dios fuera satisfecha.
Jesús voluntariamente fue a la muerte,
pero salió vivo de ella como hombre resucitado.
La muerte no pudo sujetarlo en la tumba.
La resurrección de Jesucristo es garantía de la fidelidad de su promesa, de que está vivo y tiene poder, la Palabra dice en Efesios 1:20-22 TLA así: “Dios resucitó a Cristo y le dio un lugar en el cielo, a la derecha de su trono; con ese mismo poder, Dios le dio a Cristo dominio sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad, y sobre todo, lo que existe en este mundo y en el nuevo mundo que vendrá. Dios puso todas las cosas bajo el poder de Cristo, y lo nombró jefe de la iglesia”.
Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25-26), y tengo el control de la vida: “Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba” (Apocalipsis 1:18 NTV). Romanos 14:9 TLA nos dice que: “En realidad, Jesucristo murió y resucitó para tener autoridad sobre los vivos y los muertos”. Sí, Jesús murió, pero a los 3 días resucitó de entre los muertos. Él está vivo, se manifestó a sus discípulos y a muchas personas más en aquella época, y sigue manifestándose al mundo para salvarlo. Lamentablemente, no todos creen en este hecho. El mundo ve la resurrección como una historia bonita, y no conocen el significado tan grande que encierra, ¿por qué digo esto? Porque no se acercan a Dios, viven la vida en este mundo, temiendo morir, porque no conocen al que venció a la muerte, al Señor de la vida. Todos deben de saber que Jesús murió, pero también que Él resucitó y que con ello nos garantiza que si estamos con Él, también resucitaremos, porque en la cruz venció al pecado, al diablo y a la muerte y nos dice en Romanos 10:9 (DHH) que: “Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación”. “Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a Él”. Efesios 2:6 TLA
La validez de las afirmaciones de Jesús sobre sí mismo descansan en su Resurrección; el Resucitado vive y vive para siempre, pero además de eso, nos ofrece vida eterna, algo que ningún otro líder ha ofrecido a sus seguidores.
En este día, como Jesús le dijo a Martha en Juan 11:25-26 RVC, te dice a ti: “… Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.