
Al leer el salmo 91 nos damos cuenta de que el salmista estaba en una situación difícil. Un mundo en crisis: el lazo del cazador, peste destructora, terror nocturno, saetas de día, pestilencia, oscuridad y mortandad.
La humanidad ha enfrentado en cada época problemas serios y tragedias únicas. Algunos piensan que lo peor, es lo que se vive hoy, pero cada generación ha pasado por situaciones difíciles. Algunas tuvieron que sobrevivir: guerras, invasiones, hombres sanguinarios y despiadados, y también desgracias, enfermedades sin cura y situaciones climáticas. Quizás nuestros problemas no sean iguales, pero son similares, y nos provocan temor e inseguridad. Y la manera de quitar el miedo de nuestras vidas en todas las épocas y en todas las situaciones, sigue siendo Dios y el salmista lo reconoce.
El salmista encontró un lugar seguro, una buena habitación, bajo la sombra del Omnipotente y lo visualizó como un castillo, como su refugio y fortaleza. Allí no importaba el clima, ni la hora, si era de día y noche, ni siquiera quien lo amenazara, él se sentía seguro. Pero más allá de una morada, sintió la protección de un Padre amoroso, que lo cubrió con sus plumas y debajo de sus alas experimentó seguridad y bienestar.
A veces un lugar no es suficiente para sentirse seguro, puedes estar escondido y seguir intranquilo y aterrorizado, y eso es lo que les pasa a muchas personas que saben que Dios puede ser su fortaleza y que los puede librar de la calamidad, y se acercan a una iglesia en busca de una solución a su problema, pero no logran experimentan la protección divina ni el cuidado paternal de Dios, porque se involucran en las cosas de la iglesia, pero no tienen comunión con Dios.
Dios quiere que dejemos de tener miedo, Él quiere protegernos y ayudarnos en nuestros problemas. Cuando lo buscamos en oración y cumplimos con Su Palabra, entonces hay comunión con Él. Y en Su presencia experimentamos paz, al sentirnos seguros, Él nos hace fuertes, y enfrentamos cualquier cosa. Podemos vivir: sin miedo a la noche, porque nos da paz y descanso (Salmo 4), enfrentar la escasez (Fil. 4:13), los problemas ya no nos vencen (2 Co. 4:8-9), y también se va el temor a la muerte (Salmo 23).
El salmista hablaba de peligros desconocidos, de la oscuridad que lo intimidaba, de las amenazas de destrucción y se enfrentaba a flechas diariamente (las saeta son un símbolo de las situaciones que surgen de improvisto mientras hacemos nuestras labores diarias). Al igual que él, nosotros también vivimos expuestos y rodeados de peligros, pero aún con eso, podemos vivir con la plena seguridad que quien quiera hacernos daño no lo logrará, porque Dios es nuestro escudo protector. Y miraremos al impío caer, mientras permanecemos de pie, pues no nos sobrevendrá ningún mal que pueda vencernos.
Dios quiere librarnos de temor, quiere que vivas seguro, tendrás problemas y aflicciones, pero aprende a vivir de victoria en victoria, en una atmósfera de estabilidad en el poder de Dios. Porque, aunque por fuera las cosas se vean mal, Jehová te rodeará (Salmo 3:3) y además enviará a sus ángeles para que guarden tu camino. Hay quienes dicen que vivimos entre huestes de maldad, que muchos espíritus malos nos rodean, pero más son los mensajeros de Dios que le sirven y que Dios utiliza para llevarnos en Sus brazos y que cuidan nuestros pies de tropiezo. Los ángeles son enviados de Dios y pueden ser angelicales, pero también Dios utiliza a personas de este mundo para bendecirnos.
Y por último, en este Salmo podemos notar que Dios nos da el poder para contra atacar, porque nos confiere autoridad para aplastar a los que nos acechen, presentando los peligros a través de las imágenes de cuatro animales:
1. EL LEÓN, el rey de la selva, que con su gran melena impacta y ataca a sus presas con un fuerte rugido, impresionándolas de manera que las deja inmóviles por el miedo y así les gana en tiempo. Representa los problemas que nos asustan, que creemos que son muy grandes y no tienen solución. Estos son fáciles de identificar porque nos roban las fuerzas y nos inmovilizan. Se nos olvida que para Dios no hay imposibles, que Él es el Todopoderoso.
2. EL ÁSPID una serpiente muy pequeña y del mismo color de la tierra. Es muy venenosa y su mayor peligro consiste en que pasa desapercibida, porque se confunde. Estos son los problemas que no parecen problemas, porque vemos lo malo como bueno (Is. 5:20), así que sin darnos cuenta nos hacen daño.
3. EL CACHORRO DEL LEÓN. Es un rey de la selva en potencia, pues llegará a ser tan peligroso como su padre. Los problemas parecen inofensivos que no nos harán daño, pero solo es cuestión de tiempo para que nos hagan sufrir. La defensa de nuestro Dios también es preventiva, Él quiere ayudarte a destruirlos en el momento mismo que se están formando. Son como las pequeñas zorras que echan a perder las viñas (Cantares 2:15)
4. EL DRAGÓN animal ficticio y mitológico. Que, aunque no existen, trastornan las mentes y rigen la vida de muchas personas. Este tiene que ver con los problemas que maquinamos en nuestra mente, porque le creemos al diablo (Juan 8:44). No son reales, pero destruyen la vida y en particular relaciones, como en el caso de Adán y Eva.
Concluye diciendo el salmista que nuestra defensa está en las alturas, que el único escape a nuestros problemas es Dios. Si nos enfrentamos a ellos a su mismo nivel estaremos perdidos, así que debemos dejar que Dios luche por nosotros. Cristo venció a satanás, él no tiene más poder sobre ti, en Cristo somos más que vencedores.
Ten en cuenta que Jesucristo nos dijo que en este mundo tendríamos aflicciones, así que, no serán quitadas por ahora, pero también nos dice que cuando le invocamos Él nos responderá, así que nuestras alas para escapar a las alturas, un lugar donde los problemas se ven pequeños, son la comunión continua con nuestro Señor. Amarle siempre y esperar en Él, nos dará alas como águilas, volaremos y no nos cansaremos.