
Todos podemos contraer un virus, pero nuestro organismo responde de diferente manera, algunos son asintomáticos. En cuanto al coronavirus, un test reveló que, de 5 personas, 4 no tienen síntomas, pero son portadoras, lo cual es realmente alarmante, porque sin darse cuenta pueden infectar a otros que tendrán daños severos e incluso letales, por eso nos dieron medidas de prevención: higiene, aislamiento, una distancia prudente e incluso usar cubre bocas y guantes, para no contraer y esparcir el virus, porque aunque el virus tiene una duración corta en el organismo, debemos evitar el contagio para detener su propagación.
La vulnerabilidad puede definirse como la capacidad disminuida de una persona o un grupo para hacer frente y resistir a los efectos de un peligro. Seguramente escuchó la noticia de que los enfermos, los niños menores de 5 y los adultos mayores de 60 parecen correr un mayor riesgo de necesitar cuidados intensivos o morir tras contraer el COVID19. ¿Qué les hizo vulnerables? Dicen que tenemos un sistema inmune adaptativo que a medida que madura aprende a reconocer los patógenos y a manejar las invasiones constantes, luchando contra cualquier infección de manera rápida y eficaz, pero esto no sucede igual con ellos por su edad o su condición física.
Esta pandemia nos ha hecho reflexionar sobre lo frágiles que somos y nuestra gran necesidad de Dios para sobrevivir ante los peligros. Este año fue un virus el que aniquiló muchas vidas y colapso la situación financiera de casi todos, pero mañana puede ser un terremoto, un ciclón, una sequía, un incendio forestal o puede ser algo más sencillo, algo que solo toque tu vida y no la de todos, ¿estarás vulnerable? No importa cuánto tengas, cuánto sepas o puedas hacer, el control total de las situaciones la mayoría de las veces no dependerá de ti, solo Dios puede, por eso debemos estar bien con Él para sobrevivir.
Las personas están enfermando físicamente, pero algunas ya estaban enfermas, física y espiritualmente, porque no tenían a Dios en sus corazones. Lamentablemente, los que conocemos a Cristo, también podemos enfermar. Las enfermedades espirituales son las que más debieran preocuparnos, por eso debemos considerar lo siguiente:
1) Todos somos vulnerables a caer enfermos espiritualmente si descuidamos nuestro cuerpo y nuestro espíritu. “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”. Hebreos 2:1
2) Los más frágiles son los recién convertidos, niños espirituales, fuertes pero inmaduros. “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo”. 1 Corintios 3:1
3) Los más “antiguos y maduros” que creen saberlo todo y se sienten firmes. Pablo dice en 1 Cor. 10:12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
4) Los virus son tan pequeños, pero tan fuertes que puede hacernos mucho daño, llevarnos al enfriamiento y hasta la muerte en el espíritu. “Las zorras pequeñas causan daño a nuestras viñas. ¡Ayúdennos a atraparlas, pues nuestras viñas están en flor! Cantares 2:15 TLA
5) Debemos prevenir en lugar de lamentar, por eso debemos descubrir y cubrir los puntos débiles de nuestra vida para no contristar al Espíritu Santo que vive en nosotros. “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven”. Efesios 4:30a NTV
6) Algunos están enfermos, el enemigo ha tocado su mente y corazón, y se les nota pues los frutos de la carne están visibles en su vida. “Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas”. Gálatas 5:20-21a
7) Muchos han sido infectados, pero no se han dado cuenta, y contaminan a la iglesia. Porque los virus tienen la habilidad de duplicarse solos y afectar no solo a uno, sino a muchos, hasta convertirse en pandemia. “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. Romanos 16:17
8) Los virus son temporales y podemos enfrentarlos y destruirlos, con un tratamiento adecuado. Nuestras armas principales son la oración y la lectura de la Palabra. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la a armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Efesios 6:10-11
9) La limpieza y la separación son factores básicos para evitar la contaminación. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmo 51:10 y “para que no pequen ni nadie pueda culparlos de nada. En este mundo lleno de gente malvada y pecadora, ustedes, como hijos de Dios, deben alejarse de la maldad y brillar por su buen comportamiento”. Filipenses 2:15 TLA
10) Así como el sistema inmunológico defiende el cuerpo físico, el Espíritu Santo es quien actúa en nuestra defensa para contrarrestar los ataques del enemigo. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad”. Romanos 8:26a
Hazte un análisis de “espiritualidad” rápido. No sé cómo estás con Dios, quizás crees que estás bien, no pareces estar enfermo, pero estás experimentando debilidad, apatía o pereza, esos son signos de alerta. Sin importar tu situación, mejor haz cuarentena con Dios, date tiempo para estar con Él, aléjate de todo y de todos, permítele al Señor renovarte espiritualmente.