Existen muchas excusas que la gente da para no ir a la iglesia, la mayoría son solo eso, excusas, justificaciones, pero la triste realidad es que no disfrutan estar en la casa de Dios, así que no se esfuerzan para superar los inconvenientes.

En las iglesias pequeñas, todos se dan cuenta cuando alguien falta o se fue de la iglesia, en las grandes, esto es más difícil de detectar, los hermanos se vuelvan faltistas o irregulares en su asistencia porque se consideran inadvertidos, creen que nadie sabrá que no fue a la iglesia, sobre todo si no se han involucrado con nadie, y quizás tengan algo de razón, pero para quien definitivamente nunca pasaran como invisibles, es para Dios, quien conoce la verdad absoluta de nuestra falta y quien es la razón por la cual nos congregamos.
Constantemente se nos habla de la importancia de congregarnos, y muchos lo consideran y asisten fielmente a la iglesia, pero hay otros que brillan por su ausencia, porque no consideran necesario asistir a la iglesia para estar en paz con Dios, y usan argumentos como estos:
Dios está en todas partes así que pueden leer la Biblia y orar en donde sea y pues prefieren no salir de su casa, por lo que podemos deducir que entonces Dios les habla directamente y que ellos no consideran lo que dice la Biblia sobre congregarse.
Que no tienen tiempo ¿las 24 horas y los 7 días de la semana?, o sea que todas las cosas, personas y compromisos están antes que Dios. Pues necesitan aprender a organizar su vida, poniendo a Dios en primer lugar, y eso incluye asistir a la iglesia y tener comunión con el cuerpo de Cristo, porque si no están infraccionando la ley de Dios.
Las iglesias y los hermanos cometen muchas faltas, no quieren hacer nexos con ellos, lo cual nos hace pensar que ellos son únicos y perfectos y que creen que involucrarse con la iglesia es contaminarse, en lugar de convertirse en instrumentos de Dios para bendecir a su iglesia como dice Efesios 4. La verdad es que si buscas fallas las encontrarás, pero si buscar a Dios en las personas que lo siguen, encontrarás amor.
No les gustan los líderes y/o las actividades de la iglesia. No toman en cuenta que Dios es quien da la autoridad a sus siervos y dirige a la iglesia, porque Él es la cabeza. Ellos prefieren dirigirse solos, para que nadie les diga que hacer para madurar o servir a Dios.
No son fanáticos, asistir mucho a la iglesia lo ven como una señal de serlo, así que podemos deducir que no son cristianos creyentes sino solo simpatizantes de Dios, porque si lo fueran, querrían como el rey David estar en la casa de Dios todos los días para alabarlo.
La iglesia es un grupo cerrado, no soy tomado en cuenta, me siento desapercibido. Aunque eso no debiera pasar, quiero decirte que es difícil, pero no imposible hacer lazos con otros miembros de la iglesia con tan solo asistir a un culto semanal, necesitas tú dar el paso e involucrarte en otras actividades, utilizando esos tiempos para que te conozcan y puedas expresarte, para abrirte camino a la comunión.
Soy un pecador, no estoy bien con Dios, me siento mal en la iglesia, todos me van a mirar y a juzgar. Esta podría ser la razón más comúnmente utilizada, lo cual nos lleva a pensar que la persona o no quiere cambiar o no quiere enfrentarse a Dios. Porque Dios tiene los brazos abiertos y la iglesia no es quién para juzgarlo, pues todos somos pecadores redimidos.
Otro dicen que están bien sin Dios, son felices viviendo a su manera. Una razón verdadera, pero equivocada, nadie puede ser completamente feliz sin Dios, porque fue creado por Dios y en algún momento tendrá que presentarse ante Él y mientras tanto está perdiendo la oportunidad de ponerse a cuentas y obtener salvación.
El lugar en donde nos congregamos no es un lugar cómodo, no es rústico, pero carece de cosas que yo estoy acostumbrado o simplemente no me gusta. No todas las iglesias son bellas y confortables, pero son la casa de Dios, donde están tus hermanos y se manifiesta el Altísimo y si Él está dispuesto a llenar ese lugar con su presencia, no seas tú el remilgoso. Yo te recomiendo que si puedes hacer algo para mejorar el santuario lo hagas, el rey David lo anhelaba, pero no pudo, fue su hijo Salomón quien le hizo una mejor casa, tú puedes embellecer el templo.
La razón más obvia para no asistir a la iglesia es que no te gusta estar en la casa de Dios. El que quiere puede, las excusas se vuelen insuficientes, hasta nada. Cuando verdaderamente queremos cumplir con Dios y deseamos buscarlo y complacerlo, nadie tiene que decirnos ni recordarnos ir a la iglesia, porque nuestra alma lo disfruta, se deleita como el salmista (Salmo 84). Su casa es hermosa, no por como se ve, sino por lo que representa, un lugar de cobertura, de perdón, de gozo, de fuerza, de gracia y gloria, donde vale la pena pasar los días.
El no asistir a la iglesia fue un problema que enfrentaron los primeros cristianos, ya había faltistas e inconstantes, la carta a los Hebreos dice: “No dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre”. Congregarse es reunirse en y para Cristo (Mateo 18.20), es perseverar como iglesia en la comunión (Hechos 2.41-42), en armonía (Salmo 133:1), por lo tanto, congregarse no es quedarse en la casa leyendo la Biblia o haciendo oración, ni ver un culto por cable o internet, o cantarle solamente a Dios. Congregarse es algo mucho más personal e íntimo con Dios y con tus hermanos en la fe. Lo peor que puede hacer una persona, es dejarse de congregar, ni aquí ni allá, perder la fe y dejarse arrastrar por el mundo.
Quizás algunos encuentren la solución cambiándose de congregación, opción que yo no consideró que sea la ideal, porque los que deberíamos intentar mejorar somos nosotros mismos y ayudar nuestra iglesia, en lugar de cambiarla, que los cambios los haga el Señor, así que ponte a orar por ella y por cada uno de sus miembros, en particular por los pastores, líderes y los ministerios.
Septiembre 2018