
En Josué 9:1-18 encontramos un pasaje muy interesante: Los reyes de los pueblos de Canaán se enteraron de que los israelitas habían derrotado a sus enemigos y se pusieron de acuerdo para pelear contra ellos. Pero cuando supieron lo que Josué había hecho en las ciudades de Ai y Jericó, decidieron mejor engañarlo, usando la astucia fingieron ser embajadores de tierras muy lejanas. Se disfrazaron usando ropa gastada y ofreciéndoles pan seco y hecho pedazos, para hacer creer que venían de lejos. Cuando llegaron al campamento en Guilgal, les dijeron a Josué y a los israelitas: —Venimos de un país muy lejano. Queremos hacer un trato con ustedes. Los israelitas los cuestionaron y ellos se pusieron a su servicio y les contaron esta historia: —Estimado señor, nosotros venimos de un país muy lejano, porque hemos sabido de las maravillas que ha hecho el Dios de ustedes. Nos enteramos de todo lo que él hizo en Egipto, y también de lo que hizo con los dos reyes amorreos. Así que los israelitas se compadecieron de ellos y se pusieron a comer de las provisiones que les ofrecieron, sin consultar a Dios. Josué y los líderes del pueblo hicieron un pacto con ellos y prometieron dejarlos vivir en paz. Tres días después de haber confirmado el pacto, los israelitas descubrieron que en realidad los gabaonitas eran vecinos suyos, pues llegaron a las ciudades donde vivía esa gente. Pero no pudieron matarlos, porque habían prometido en el nombre del Dios de Israel, que no lo harían. Ese compromiso les trajo consecuencias, pero lo peor de todo fue que desobedecieron a Dios.
Dios les había pedido que no se involucraran con sus vecinos, porque estos tenían muy malas costumbres. Éxodo 23:32 TLA claramente vemos que les dijo: “No harás alianza con ellos, ni con sus dioses”. En esta historia tiene varias enseñanzas para nosotros:
1. Si Jehová es nuestro Dios debemos obedecerlo. Los hombres de Dios cometen errores cuando no consideran a Dios en todo; nuestra vida depende de nuestra relación con Él, no hagamos nada sin consultárselo, Él nos ayudará a tomar las mejores decisiones.
2. El enemigo es muy hábil. Se disfraza y aparenta ser lo que no es. Su astucia la usa para engañarnos. Necesitamos pedirle a Dios nos dé discernimiento y sabiduría para poder diferenciar entre lo verdadero de lo falso, lo que nos conviene y lo que no; pero lo más importante si Dios quiere, porque Él es sabio y tiene un plan mejor para nuestra vida.
3. No debemos involucrarnos con el mundo ni hacer pactos de amistad con personas que no siguen la voluntad de Dios, pensando que no representan un peligro para nosotros. Son una puerta abierta a sus ideas y costumbres, las cuales nos pueden arrastrar y alejar de Dios.
Mantener comunión con Dios por medio de la oración y la búsqueda de su consejo a través de la lectura de su Palabra nos librarán de engaños del enemigo y compromisos sin sentido fuera de los límites de la perfecta voluntad de nuestro Dios.