Muchos dicen que no saben orar. Su vida de oración es muy corta y orar en público se les hace complicadísimo. Orar es simplemente: Platicar con Dios, nuestro Padre celestial y si estamos identificados con la necesidad por la que vamos a interceder, es muy fácil hablar al respecto.
A la mayoría nos gusta platicar, claro está que preferimos hacerlo con personas conocidas, como la familia y los amigos, pero la verdad es que podemos platicar casi con cualquiera, aunque sea de algo casual. Platicar no tiene gran ciencia, ni es algo que se aprende en una escuela, aunque no dominemos el tema de la charla, podemos dar nuestra opinión al respecto y escuchar para aprender al respecto. Basta con iniciar una plática y las palabras fluirán. Lo peor que nos puede pasar cuando platicamos con alguien, es que se ría de nosotros por nuestra ignorancia.
Platicar con Dios es más fácil que platicar con las personas, pues Él nos ama y nos entiende, es más ya sabe hasta lo que necesitamos, pero desea escucharnos, que lo consideremos en nuestra vida. Necesitamos pasar tiempo con Él y sincerarnos, aunque eso es difícil, porque tendemos a esconder con palabrería lo que sentimos, porque no sabemos cómo expresar nuestras emociones y sentimientos, o no queremos hacerlo, por miedo a ser juzgados mal. Qué triste es que tengamos recelo con Dios, por lo general es porque creemos que, si somos cristianos, no deberíamos tener sentimientos encontrados, ni reaccionar mal ante los problemas.
Querido hermano, los creyentes y los no creyentes tienen problemas y fracasos, la diferencia está en que la persona que no cree en Dios, estás sola, no tiene esperanza, pero los que buscamos a Dios, nos refugiamos en Él, creemos que Él permite las cosas con un propósito y todo lo que Él hace es correcto, le manifestamos lo que sentimos y queremos, para recibir su consuelo, ayuda y sabiduría para salir adelante.
Nuestro Papá espiritual quiere platicar con nosotros. Estamos acostumbrados a repetir oraciones, así fuimos enseñados por nuestros padres terrenales, pero repetir es algo aburrido, necesitamos platicar con Dios. Si te falta vocabulario o no sabes expresarte bien, el mejor libro de oraciones es el “Libro de los Salmos”, no es tanto manual de oración, sino un compendio de ejemplos de oraciones preciosas, la experiencia de los salmistas, quienes derramaron sus pensamientos y emociones delante de Dios expresando alegría, dolor, preocupación, consuelo y esperanza. Cuando se sentían abandonados por Dios, se lo decían. Cuando se sentían impacientes porque Dios se tomaba mucho tiempo en contestar sus oraciones, se lo decía. Se sentían en libertad para ser sinceros con su Creador, porque reconocían sus debilidades y la diferencia entre ellos y Dios. Empezaban sus oraciones mostrando sus sentimientos y terminaban recordando el poder de Dios.
Estoy segura de que no importa cómo nos sintamos o en qué circunstancias nos encontremos podemos encontrar un salmo con el cual nos identificamos. Usa los Salmos como modelos para iniciarte en la oración, te darás cuenta de que a medida que pases más tiempo con Dios, le conocerás mejor y te será más fácil descubrirle tus sentimientos, cualesquiera que sean estos y te acostumbrarás a llevarle todo en oración. Debemos aprender a platicar con Dios, expresándole con nuestras palabras lo que sentimos y queremos, solo así podremos disfrutar más nuestros tiempos de comunión con Dios, porque serás tú mismo hablando con Él.
Conocer a Dios te llevará a confiar más en él y eso cambiará tus sentimientos, aunque las circunstancias sean iguales o peores, descubrirás que en Él está la paz, porque su pensamiento es de paz para nosotros y tiene palabras de vida eterna. La oración te hará sentir mejor, podrás ver que las cosas malas son pasajeras, pero que la gracia de Dios es eterna, qué en Él tenemos esperanza, por eso no sentimos dichosos. Dios es fiel a pesar de que nosotros seamos infieles.
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Por otro lado, casi siempre, vivimos y hacemos planes y después le pedimos a Dios que nos ayude, pero si Él es nuestro Padre, debemos considerarlo a Él primero y ver qué planes tiene para nosotros. Planea con Dios antes de ejecutar tus planes. La oración sirve para pedir consejo, no sólo ayuda. Dios quiere guiarnos y no solo rescatarnos.
Y por último, aquellos que dicen que su oración es un monólogo, quiero decirles que Dios quiere hablarnos, pero casi nunca lo dejamos. Dios habla, normalmente no de forma audible, sino a través de acciones y respuestas, por medio de los sentimientos que embargan nuestra vida precisamente en el momento que confiamos en Él. Después de orar nos levantamos en paz, con gozo, en fe, con amor, con el fruto del Espíritu. También lo hace de forma escrita, a través de la Biblia, en ella encontramos los planes de Dios para nuestra vida y detalles e instrucciones para vivir. Si nos damos tiempo para escudriñarla, veremos Como Dios nos habla. Yo diría que, para tener una buena conversación con Dios, una charla completa, necesitamos alabarle, contarle nuestras situaciones, deleitarnos algunos momentos en silencio en su presencia y terminar leyendo la Biblia.
Tendremos una vida de oración a medida que pensemos más en Dios, a medida que lo incluyamos en todo en nuestra vida y busquemos primero su santa voluntad. Recuerden que platicar con Dios nos ayuda a tomar decisiones correctas para vivir y ser felices. David el más grande de los salmistas descubrió el secreto del gozo, el que se siente a pesar de los problemas más severos. La felicidad está basada en las circunstancias externas, que son temporales pero el gozo de Dios perdura porque viene de Él, así que el secreto de David consistía en platicar con su Papá Celestial, todos los días y en Él encontraba contentamiento.