“Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque soy Maestro y Señor.
Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies
unos a otros. Yo les he dado el ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo” Juan 13:13-15 TLA
Hace más de dos mil años la humanidad conoció en persona al hombre más grande de todos los tiempos. En su época no había la tecnología de hoy, pero su enseñanza se propagó e impacto no solo a esa generación, sino a la de todos los tiempos. Un Maestro como Él no ha existido ni existirá, porque Él es Único, el Hijo de Dios, grande en sabiduría, amor y paciencia.
Si alguno le ha parecido que la Biblia es difícil de leer, es porque no ha leído bien los evangelios, Jesús explicó las cosas difíciles de tal modo que es fácil entenderlas y de la teoría se pasó a la práctica. Cumplió la Palabra, porque Él es el Verbo hecho carne. Sus métodos fueron prácticos, enseñaba en todo lugar y en todo momento; no tuvo salón de clases, ni se limitó a espacios cerrados y aprovechó cualquier circunstancia para mostrar las verdades de Dios. Pero Jesús no solo fue, es el gran Maestro. Ningún maestro ha logrado superarlo en su enseñanza, en su trato con los demás y en sus claros ejemplos, por eso su doctrina es comprensible y universal. Cautiva la mente y sobre todo el corazón de aquel que escucha Su mensaje, por el “POR QUÉ” y el “CÓMO” de su enseñanza, que es el amor. Jesús es un Maestro de tiempo completo, está disponible a todas horas y una de sus grandes cualidades es que sabe escuchar, a pesar de que sabe exactamente lo que necesitamos, le interesa oírnos y disfruta que platiquemos con Él.
Definitivamente hay personas que a lo largo de la historia han impactado a la humanidad con sus enseñanzas; y no cabe duda de que podemos aprender muchas cosas de las personas, sin importan su edad o cultura, pero las cosas más importantes las hemos aprendido de Jesús, el Gran Maestro, Él nos habla directamente a través de Su Palabra y el propósito de sus enseñanzas es acercarnos a Dios, que lo conozcamos, para que tengamos una mejor vida.
Muchos reconocen a Jesús como el Maestro de todos los tiempos, pero no lo han hecho su Maestro. Su afirmación no tiene sentido si no se han convertido en sus discípulos. Recuerden que un discípulo hace lo que su maestro le enseñó, es el que lo sigue; el discípulo aprende e imita en todo. Jesús enseñó la diferencia entre un creyente cualquiera y un verdadero discípulo en Juan 8:31 TLA: “Si ustedes obedecen mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos". La clave, está en llevar a la práctica sus enseñanzas y enseñárselas a los demás, porque la doctrina del Maestro necesita seguir esparciéndose y lo hará a través de nosotros, Jesús nos dio esa comisión en Mateo 28:19-20 TLA: "Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra... Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñado”.
La gente que no conoce el mensaje está en peligro, así que, si Jesús es nuestro Maestro, cómo Él, debemos amar a la gente y preocuparnos por acercarla a Dios. No podemos permanecer insensibles ante un mensaje que apremia porque es de vida o muerte. No tienes que saber mucho, basta con que conozcas el amor de Dios, pero entre más tiempo inviertas en las cosas de Cristo, más podrás decir sobre Su obra y más te impregnarás de Su amor.
Haz lo que te corresponde, si eres su discípulo, tu llamado es llegar a ser maestro, hay muchos que necesitan que les enseñes las ordenanzas de Dios, sus parámetros y todo lo que está escrito en Su Palabra. Pero recuerda que el mensaje no debe ser solo verbal, nuestras acciones y conducta cuentan y tienen más impacto ante los ojos de los hombres. El ¿cómo? hará la diferencia para que la gente entienda y reciba el evangelio de Jesucristo. ¡Cómo Jesús!, Él nos puso el ejemplo siendo el Señor, lo hizo. ¿Cómo? Con amor, estuvo dispuesto a buscarnos, atendernos y enseñarnos, nos tuvo paciencia, nos enseñó como a niños, e insistió ante nuestra ignorancia hasta que nos cautivó con su mensaje de reconciliación.
Julio 2016