¿Cuántas veces iniciamos cosas en nuestra vida y no las terminamos, o las terminamos mal?
La escuela para muchos jóvenes y niños es a fuerzas, porque así lo dispone la ley de México, cuando menos primaria y secundaria. Los padres no les preguntan a sus hijos si quieren estudiar, sino que se los exigen. Muy a menudo a los chicos se les olvida que es para su propio beneficio, si por ellos fuera abandonarían sus estudios de inmediato.
Algunos creen que lo que sus padres quieren es librarse de ellos por un rato, porque no los aguantan en casa; otros creen que los han puesto a estudiar con fines lucrativos, es decir para sacar provecho de ellos cuando sean profesionales, como si hicieran una inversión a largo plazo, pero la realidad es que un 80% de los estudiantes que terminan su carrera, participan muy poco en los gastos familiares, se independizan o se casan muy pronto.
El que una persona estudie le beneficia más que a nadie a ella misma. El estar preparado académicamente te da posibilidades de obtener un buen empleo, por lo tanto, un nivel económico más alto. Si en algo beneficia a los padres que sus hijos estudien, es la satisfacción de saber que les dieron la posibilidad de estudiar una carrera y que tendrán un mejor futuro. Es un orgullo para los padres ver que sus hijos lograron conseguir un título profesional y todo lo que ello implica. El terminar tus estudios también es un ejemplo para tu familia, así que procurarás lo mismo o más para tus hijos y los hijos de tus hijos. Tus estudios repercuten en tu Patria, entre más personas preparadas allá, seremos una nación más fuerte y hay alguien más que también se goza con tus logros, ese es Dios, como buen cristiano tú puedes glorificarlo con tus esfuerzos y dando testimonio de ser buen estudiante, para todos los que te rodean. Y como profesionista puedes alcanzar a otro círculo y testificar a gente preparada que a veces se les olvida que no son autosuficientes y que necesitan a Dios.
Dios nos ha dado la inteligencia suficiente para lograr grandes cosas en la vida, pero no la desarrollamos por apatía, desánimo, pereza, negligencia o simplemente porque nos conformamos con vivir como se pueda y hablando de estudios, con pasar de “panzazo” las clases.
Dios quiere gente esforzada y valiente en todos los ámbitos de su vida, con visión, no mediocre. Estudiar tiene grandes méritos, requiere de sacrificios y mucho esfuerzo, conseguir calificaciones altas no cualquiera lo logra.
Felicito a todos los que qué han concluido una etapa de estudios, pero sobre todo aquellos que dan pasos grandes y no se conformar con terminar una carrera, sino que siguen preparándose, que estudian doctorados, maestrías y toman todos los cursos que pueden para mejorar su preparación. Y reciban una doble felicitación, si lo hicieron con notas altas y reconocimientos, eso es muy agradable para nuestro Dios, quien ha visto lo que has hecho.
¿Terminaste tus estudios?, ¿estás satisfecho con lo que has aprendido? Si puedes seguir estudiando hazlo, pero si por alguna razón, el tiempo de estudiar en la escuela terminó, te invitó a que leas y sigas cultivando tu mente y tu espíritu, sobre todo con la Palabra de Dios, proponte ser mejor cada día, recuerda que: “El temor del Señor es la base del verdadero conocimiento” Proverbios 1:7a NTV y lo que tú eres y sabes puede ser usado para glorificar a Dios.