Las horas se nos pueden ir en nada y así la vida. No sé si les ha pasado alguna vez que al terminar un día sienten que no hicieron nada que valiera la pena. Un día perdido en nuestra vida puede no ser mucho, pero si le sumamos todos los “días muertos” de la semana, del mes o del año, podríamos apreciar el tiempo que perdemos sin darnos cuenta.
Al decir “no hacer nada”, no es de modo literal, porque todos tenemos una rutina diaria: nos levantamos de la cama, nos aseamos, vestimos, comemos y volvemos a dormirnos, y podríamos sumarle más actividades a nuestra lista cotidiana, pero a lo que me quiero enfocar es a lo que hacemos para Dios, porque “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” Efesios 2:10). Las obras son acciones en favor de los demás, es servir en el nombre de Dios, ya que Él quiere que hagamos el bien, lo malo es que a veces no somos sensibles a la voz del Señor y se nos pasan desapercibidas las necesidades, que son las que nos dan pie a hacer algo bueno.
¿Qué tipo de obras son las que Dios quiere que hagamos?
Las buenas. ¿Cómo y cuándo?
El primer paso para servir al Señor es desear hacerlo, porque eso nos da la pauta para buscar la ocasión de servir.
1. OBRAS OCASIONALES, son las que se nos presentan sin previo aviso, ves una necesidad y debes actuar de inmediato. Eclesiastés 9:10ª DHH nos dice: “Y todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño” y Colosenses 3:23 dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Tienen que ver con estar en el momento indicado y hacerse presente, con una oración, un consejo, compañía, ofrenda, etc. 2. OBRAS CONTINUAS, tienen que ver con nuestro ministerio, usando los dones que nos han sido concedidos. Esos hay que descubrirlos y encausarlos, para usarlos y suplir las necesidades implícitas en nuestra sociedad e iglesia. Como la parábola de los talentos, hay que trabajarlos, porque un día el Señor nos pedirá cuentas.
Estás últimas hay que incluirlas en nuestras agendas como actividades fijas. Porque una vez que las pones en tu lista de metas, te enfocarás, si no tienes tiempo, te lo harás, si te faltan fuerzas, las buscarás en Dios y con Él superas todos los obstáculos con tal de lograrlo. Forman parte de nuestros planes porque tenemos la intención de hacerlas correctamente, como lo merece nuestro Señor. Quizás necesitaremos apoyo para que nos oriente o no ayuden, ya que es más fácil trabajar en equipo que solos, pero por lo general, los dones y el llamado del Señor son tan fuertes que nos mueven simplemente al servicio, Pablo dijo: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” 1 Corintios 9:16, diciendo necesito hacerlo y no espero nada a cambio, porque también dijo: Yo no puedo esperar que se me pague por anunciar la buena noticia, pues no se me preguntó si quería hacerlo; ¡se me ordenó hacerlo!
Cuando amas a Dios y tienes una relación diaria con Él, lo llevas a todos los lugares y tus dones salen a relucir no solo en la iglesia, sino también fuera. Hay cristianos que aprovechan todas las oportunidades para hablar de Dios, platicando con conocidos o desconocidos, sin importa el tema que estén hablando, ellos hablan de la Biblia y del grande amor de nuestro Dios, esos son evangelistas, profetas o maestros. Otros no pueden ver la necesidad de alguien, sin hacer algo al respecto en el nombre del Señor. Algunos ven enfermedad o problemas y visitan mostrándoles con palabras y acciones lo que Dios nos enseña al respecto, estos son los que tienen los ministerios de servicio. Y también están los intercesores, siempre están orando por todo y todos, les den peticiones de oración o no, ellos están en la brecha. A los levitas les mueve la pasión por la alabanza, ellos viven cantando y sacando música que bendice a los que los escuchan. Y no quisiera seguir poniendo ejemplos y omitir a uno de los tantos ministerios que sin cargo ni asignaciones hacen la obra de Dios. Son muchos los que hacen “buenas obras” a diario, impactando y bendiciendo la vida de los rodean.
Lamentablemente no todos los cristianos son así, abundan los cristianos que no saben qué hacer o no quieren hacerlo, a pesar del llamado del Señor y la convocatoria directa y abierta de sus iglesias, les sobran pretextos, pero por lo general son sus planes personales su prioridad y los ocupan su tiempo y absorben sus habilidades. Quizás hacer algo para Dios parece mucho, pero no, aunque Dios quiere nuestra vida y le pertenece, a la mayoría no nos llama de tiempo completo, es más ni siquiera tendríamos que darle el 10% de nuestro tiempo, como en el caso de nuestras finanzas. Si nos propusiésemos usar una hora al día para el Señor e incluyéramos hacer una buena obra cuando menos a la semana, seríamos enriquecidos grandemente y dejaríamos las filas de los que no contribuyen en nada en la obra de Dios.
Así que, para no olvidarnos de hacer lo bueno, necesitamos habilitar nuestros sentidos físicos y dejarnos guiar por el Espíritu Santo, porque si no, los años se nos irán sin hacer nada. Y podríamos justificarnos, pero serían solo pretextos, porque el que quiere puede y porque no se trata de cubrir nuestra apatía hacia la obra de Dios, sino de aplicarnos, porque Jesucristo "… se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2:14.
Estimularlos a las buenas obras no es algo que se me ocurrió a mí, sino al Señor. Tito 3:8 NVI dice: Este mensaje es digno de confianza, y quiero que lo recalques, para que los que han creído en Dios se empeñen en hacer buenas obras. Esto es excelente y provechoso para todos”.
Hay cuatro verdades en cuanto al servicio a Dios que no debemos olvidar nunca: 1. Él es Señor y merece ser servido. “Este es el mensaje de la Buena Noticia para el pueblo de Israel: que hay paz con Dios por medio de Jesucristo, quien es Señor de todo”. Hechos 10:36 NVI 2. Somos sus siervos y Él nos lo ha ordenado: “Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan a lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil” Tito 3:14. 3. Todos debemos servir: “Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. 4. Tenemos promesas divinas si queremos servirlo: “Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que me sirva. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará”. Juan 12:26
Cuando Dios se dirige a las 7 iglesias de Apocalipsis, nos deja ver que conocía sus obras y le importaban, y a una le dice: “Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios” Apocalipsis 3:2. Los ojos de Dios están puestos sobre ti, están buscando “obras perfectas”. Él aprecia lo que hacemos, así que hagamos lo bueno por amor de su nombre, no perdamos el tiempo en cosas vanas, necesitamos involucrarnos en la vida de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo y servir. Por amor a Él, con nuestro libre albedrio, no por obligación o temor, lo hacemos: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios”. 1 Pedro 2:16
Oremos para estar sensible a la voz de Dios, busquemos en donde servir. ¡No dejes esto como un buen propósito! Ponle fecha y manos a la obra. Si lo haces, verás tres cosas:
1)Si puedes trabajar en la obra de Dios, 2) el fruto de tu esfuerzo y 3) la recompensa de Dios.