La mujer fue creada como vaso frágil, para vivir bajo la protección del varón. Nacimos como reinas, primero nos cuida papá y luego el marido. Podríamos decir, que el estado ideal de la mayoría de las mujeres sería tener un esposo, una familia y una casa, sentirse amadas y seguras. Aunque eso cause gran satisfacción, no podemos encerrarnos en casa y evitar tener batallas, porque peleamos con nosotras mismas, siempre hay algo que corregir; las diferencias que tenemos con nuestros esposos nos llevan a estar en batalla con ellos, a veces con razón otras sin ella y quién lo diría, pero los hijos también se nos enfrentan, ellos no quieren que les impongamos las cosas, lo que nosotros queremos no siempre es bien aceptado, piensan diferente.
Todos vivimos bombardeados por el enemigo, nadie se libra de sus ataques, así que no podemos permanecer escondidos, tenemos que aprender a pelear. Nosotras las mujeres, a veces quisiéramos que los hombres hicieran todo por nosotras, nos escudamos en tantas cosas, nos sobran pretextos cuando no queremos hacer algo, desde que somos mujeres, no sabemos, tenemos niños, no tengo fuerzas, tenemos mil cosas por hacer, etc., que casi siempre terminamos diciéndole al marido: Hazlo tú.
Ustedes creen que Dios espera que las mujeres participen en las batallas y aunque no estoy hablando de guerras físicas sino espirituales, déjenme decirles, que Dios levantó para la guerra a Débora (Jueces 4-5). Su posición en aquel entonces sería como el de mujer casada que tiene que salir de casa a trabajar; ella era profetisa y fue la única juez que tuvo Israel, en un tiempo en que la religión estaba ligada a la política, y los líderes (reyes y sacerdotes) eran hombres, a excepción de la reina Atalía, que robó el reino de su esposo. Débora era la jefe de los israelitas, ellos acudían a ella en busca de consejo. Dios le mostró como vencer a sus enemigos, ella llamó a su general Barac y le dio instrucciones, pero él no quiso ir solo, entonces ella tuvo que ir, de esa manera Dios le dio el honor a una mujer ganar la guerra. Ella y Barac adoraron a Dios con un cántico, en el cual ella declaró la situación tan terrible que vivió su pueblo, hasta que se levantó como madre de Israel a la pelear por ellos.
Creo que si todas pudiéramos nos quedaríamos en un lugar seguro, donde no hay amenazas, pensando que el peligro no invadirá nuestros muros y enviando a otros a la guerra. Pero Dios quiere que tú como mujer, te involucres, porque puedes ser de gran utilidad, sin importar tu fuerza, tiempo o capacidad, el poder de Dios no tiene límites si nosotros atendemos a su llamado. Él puede usarte como un instrumento suyo, de hecho, a cualquiera que se deje usar, si tú no le ayudas, habrá otros que lo hagan, pero te sentirás avergonzada y perderás tu lugar. Sí, te expondrás a zona de riesgo, pero Dios peleará contigo, irá al frente, te preparará en el proceso, será tu fuerza, te cubrirá en medio del ataque y te dará la victoria. No te rindas sin pelear, ni pelees a tu manera, ni con tus fuerzas, porque te agotarás, usa el poder de Dios al cual tienes acceso.
Debemos ser mujeres valientes, salir de nuestra inactividad, de pensar egoístamente en nuestra comodidad (Fil 2: 21), no te quedes sentada en la banca, ni te la pases pidiendo ayuda, es tiempo de conquistar, de pelear por ti, por los tuyos y también por otros. Sé una de las que se levantan para restaurar, para consolar, para aconsejar, para interceder, para ayudar, para evangelizar, para participar en tu iglesia, hay tantas cosas que podemos hacer para alcanzar la victoria y dar gloria a nuestro Dios. No dejes que el temor o tus múltiples actividades seculares te roben la bendición de formar parte del ejército de Dios.
Tú haces lo correcto al estar en casa y cuidar de tu compañero y tus hijos, ellos son tu prioridad, pero necesitas estar consciente de que puedes hacer más con, por y para el Señor. Los problemas en el mundo son tan comunes, que ya ni nos afligen, pero están allí y necesitamos hacer algo. No te quedes fuera de la batalla, involúcrate como mujer, con tus limitaciones y tus habilidades, si no lo haces, te cubrirás de vergüenza, porque pudiendo hacer algo preferiste quedarte fuera de los propósitos de Dios para tu vida.
Enero 2019