
Como apreciamos platicar con nuestros seres queridos o conocidos, podemos pasar horas hablando. A la mayoría nos gusta más hablar, que escuchar, por lo que guardar silencio nos es casi imposible. Es importante cuidar y controlar nuestras palabras y hasta aprender a quedarse callado, pero eso depende del tema a tratar. Hay temas muy importantes y por lo tanto, demandan que hablemos sobre eso, pero muchos nos quedamos callados por:
1. Ignorancia, no sabemos qué decir.
2. Apatía, no nos interesa el asunto.
3. Negligencia, evadimos nuestra responsabilidad, esperando que otros lo hagan.
4. Miedo, tememos la reacción de las personas.
5. Falta de amor, no nos importa la gente, mucho menos lo que les ocurra.
6. Ira, nos molesta que piensan diferente a nosotros y evitamos peleas.
7. Vergüenza, no queremos equivocarnos y ser expuestos.
8. Orgullo y arrogancia, creemos tener la razón y no nos gusta que nos cuestionen.
9. Prudencia, cuando no es el momento adecuado, preferimos quedarnos callados.
10. Amor, también se calla por ese sentimiento, para no incomodar a las personas.
Quizás tú tengas otra razón, buena o mala o simplemente no hablas porque no quieres.
El problema es que hay cosas que no podemos callar y ocasiones en que no debemos guardar silencio, porque el silencio total puede ser fatal como, por ejemplo:
1. Si no hablas con Cristo a través de la oración, tu vida espiritual se vendrá abajo.
2. Si no hablas de Cristo a la gente, ellos no sabrán del amor de Dios y morirán espiritualmente.
3. Si al que está mal, no le haces ver su error, en lugar de ayudarlo, lo estarás condenando.
4. Si no hablas con el necesitado, triste o solitario, no podrás bendecirlo.
5. Si no enfrentas tus diferencias con los que te rodean, terminarás sin amigos.
6. Si te guardas tus problemas para ti, no encontrarás ayuda y te sentirás solo.
7. Si no aprendes a hablar de tus sentimientos, no tendrás relaciones firmes.
¿De qué sirve saber las cosas, si te quedas callado? El silencio hace daño.
Si tenemos el amor de Dios no podemos permanecer callados, hagamos a un lado nuestros temores y razones, y hablemos en todo tiempo de nuestro gran Dios.
Comparte tus sentimientos y problemas con tus seres queridos, para evitar diferencias y conflictos, pero sobre todo para contar con ellos cuando los necesites.
Y habla con la gente sin importar si están lejos o cerca, alguien necesita escucharte, hay muchos medios para compartir, no debemos callar todo lo que hemos visto y oído de Cristo (Hechos 4:20).
Julio 2013