Hay muchos acontecimientos que vemos pasar de lejos, pero otros junto a un lado de nosotros, situaciones que afectan a desconocidos y a veces a personas cercanas a nosotros. ¿Qué tan sensibles somos a las necesidades ajenas?, ¿Qué tan solidarios?

Cuando una persona está pasando por una necesidad o una aflicción, necesita apoyo. He escuchado a algunas personas decir que es mejor dejarlas solas con su pena, o darles tiempo para sanar su herida; pero cuando eres tú la persona que sufre, te das cuenta de que anhelas compañía para salir adelante, porque sola, solo te enfocas más en tu problema.
La solidaridad es una expresión de amor, el amor tiene su origen en Dios, Dios es amor (1 Juan 4:7) El amor es un mandamiento, Dios nos pide que le amemos a Él, pero también que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lucas 10:27). La solidaridad es hacerte presente cuando se te necesita, ayudar y fortalecer al necesitado, es mostrar el amor de Dios en acción.
Hay personas que lejos de unirse a la pena de otro, de cierta forma hasta se gozan en el mal del prójimo, piensan que se lo merecen e incluso dicen que lo que les sucede es parte de un castigo. Eso, en lugar de ayudar a las personas, las hace sufrir más, y además esa actitud no es correcta, ni la que Dios espera de nosotros. Dios quiere que amemos a las personas buenas y malas, que amemos a todos sin excepción, inclusive a los que nos hacen daño (Mateo 5: 43-48).
El amor nos hace ser solidarios, y no excluye a nadie, nos hace renunciar a nuestra comodidad y hacernos presentes. Cuando Israel conquistó a los Moabitas y Madianitas, dos líderes de las tribus pidieron que se les otorgaran esas tierras porque eran buenas para el pastoreo, prefirieron quedarse allí en lugar de un lugar en la tierra prometida, eso era inquietante y otro tema por estudiar, pero ahorita yo quiero notar que parecía una falta de interés por el resto de las tribus. Números 32:6 NTV dice: - Significa esto que ustedes pretenden quedarse aquí mientras sus hermanos cruzan el río y combaten sin su apoyo? —preguntó Moisés a los hombres de Gad y de Rubén. Moisés pensaba que lo que querían podía desanimar a los otros a seguir adelante; había una guerra que pelear para alcanzar la promesa y lo debían hacer juntos. La respuesta de Gad y Rubén fue: tomaremos nuestras armas e iremos al frente a pelear con ustedes hasta que también ustedes tengan un lugar en donde vivir. Ellos tomaron la actitud correcta, no dejaron a sus hermanos solos, lucharon con y por ellos, aunque no habría ganancia para ellos, pues ya tenían su herencia.
El amor cristiano va más allá de la solidaridad, me gusta como Pablo lo dice en Filipenses 2: 1-4 NVI: “Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento. No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás”. En otras palabras, si tienes a Cristo en tu corazón, si has encontrado en Cristo tantas cosas buenas, no te preocupes solo por ti, sino piensa en los demás, sobre todo cuanto te necesitan, sé sensible y haz el bien, no por obligación o para lucirte, sino para manifestar el amor de Dios que mora en ti.
Jesús nos dio ejemplo de solidaridad, siendo Dios no se aferró lo que era y a lo que tenía, se hizo semejante a nosotros para salvarnos. Vivió haciendo el bien para mostrarnos que, si se podía vivir de esa manera, pensando en los demás y no solo en uno mismo. Lo que hacemos por otros Dios lo ve, Mateo 25:40 dice: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
Por otro lado, la aflicción no es solo para algunos, todos podemos pasar un día por la misma situación. Las palabras de escasez, enfermedad, muerte, pérdida, dolor, tristeza, etc. un día pueden tocar a tu puerta ¿Cómo te sentirías? ¿Qué querrías? En Mateo 7:12 NTV encontramos la “Regla de Oro”: “Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas”. No esperes a pasar por pruebas como las de tus hermanos para aprender de solidaridad, en este tiempo y en las situaciones que te percates, hazte presente con una palabra, con una oración, con una acción significativa, eso puede, si no quitar la pena, mitigar el dolor y mostrarle a tu hermano que no está solo, que cuenta contigo.